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Cristina Hernández Amo es salmantina de formación y corazón y la autora de 'Carla y los Pequedetectives', un cuento inclusivo doblemente accesible. Padece sordera bilateral congénita profunda de nacimiento. Es diplomada en Magisterio en las especialidades de Audición y Lenguaje, en Educación Infantil y Primaria y en Pedagogía Terapéutica por la Universidad Pontificia de Salamanca. Actualmente es maestra de Educación Infantil en un colegio de Salamanca.
¿Cuándo y por qué decidió embarcarse en su libro 'Carla y los Pequedetectives'?
—Trabajé como maestra en la Escuela de Educación Infantil de Sarón (Cantabria) unos años. La escuela era una casa indiana preciosa con un elegante porche en la entrada y buhardilla en la parte de arriba. Dentro tenía los techos altos, una escalinata muy elegante y las ventanas originales de la época. Muy conocida en Sarón como la Casa de los Boticarios. Siempre la encontré fascinante. Un día, en el recreo, se nos acercó la vecina de al lado y nos contó que el dueño de la casa indiana era su abuelo, que fue indiano y marchó a Cuba. Otro día nos enseñó unas fotos de sus familiares en blanco y negro y empecé a sentir que tenía en mis manos unos ingredientes estupendos para una historia increíble. Dejé volar la imaginación y así nació el cuento.
¿De qué trata 'Carla y los Pequedetectives'? ¿Quiénes son los protagonistas de su cuento?
— 'Carla y los Pequedetectives' trata de resolver un misterio. Una maestra y sus alumnos descubren la fascinante historia del dueño de la casa indiana donde se encuentra su cole. Los protagonistas del cuento son Carla, una maestra sorda, y sus alumnos—sordos y oyentes—, que son muy curiosos y preguntones. Van encontrando objetos extraños en su cole como unos trozos blancos de porcelana, un mortero muy usado, una foto en sepia, una maleta antigua y unos billetes de viaje descoloridos. Muy sorprendidos por estos hallazgos, deciden entre todos llevar a cabo una investigación exhaustiva contando con las enriquecedoras aportaciones de los abuelos de los niños.
¿Por qué ha elegido el valle de Cayón en Cantabria para ambientar su obra?
—He tenido la suerte de vivir 21 años en el verde y precioso valle de Cayón (en el que se encuentra la escuela, con un patrimonio cultural y artístico inigualable). La emigración de cayoneses a principios del siglo XX a las Américas en busca de un futuro mejor—los llamados indianos—, y la posterior construcción de casas indianas, ha conformado el paisaje de este lugar. Además, muchos de ellos se convertían en benefactores y aportaban grandes sumas de dinero a la construcción de escuelas, carreteras, iglesias y cementerios. Realmente admirable.
¿En qué o quién se inspiró para escribirlo?
—Me inspiré en la casa donde estaba la Escuela de Infantil en la que trabajé. Y también en un folleto editado por Ayuntamiento de Santa María de Cayón, que he guardado siempre con gran interés y en el que figuraban fotos de todas las casas indianas del valle con una breve reseña de cada una. Los dueños tuvieron que enfrentarse a situaciones muy duras, tanto al otro lado del Atlántico como a su vuelta a España. Me parecía un documento de gran valor. Como no existían libros ni cuentos que hablasen de ello y estaba convencida de que la historia de los indianos debía ser contada, me animé a escribir. Quería hacer llegar la cultura a los niños.
¿Qué pueden encontrar los lectores en sus páginas y qué quiere conseguir con ellas?
—Mis objetivos principales son tres: visibilizar la sordera, audífonos, implantes cocleares y la lengua de signos española; dar a conocer el increíble patrimonio histórico y cultural del valle de Cayón y alrededores (casas indianas y relojes de sol) y destacar la entrañable figura de los abuelos, portadores de una gran sabiduría y experiencia de la vida.
¿Es un libro reivindicativo para concienciar y sensibilizar?
—Sí. Tengo una sordera importante, de pequeña lo viví muy acomplejada y ahora me siento orgullosa de ser como soy. De ahí que uno de mis propósitos en la vida sea dar a conocer la sordera, difundirla, visibilizarla…porque es una discapacidad invisible y es aún una gran desconocida en la sociedad. Con el primer cuento que publiqué, '¡Qué bonita eres, Estela!', autobiográfico, me propuse dar a conocer mi historia y me prometí que, en adelante, los protagonistas de mis siguientes cuentos iban a ser sordos.
¿Ha querido plasmar experiencias reales como profesora de Infantil?
—La maestra es sorda porque yo también lo soy, como otros muchos docentes sordos españoles, y trato de que la sociedad vea nuestras capacidades, dones y talentos.
¿Sufrir sordera o problemas de visión es una limitación?
—La sordera en sí no es un hándicap, el problema es que la sociedad nos limita mucho. Si contáramos con intérpretes de lengua de signos más tiempo, si el cine español y el teatro estuvieran subtitulados, si los niños sordos tuvieran cubiertas sus necesidades de comunicación en la escuela, si la seguridad social cubriera los gastos de audífonos de los sordos adultos…, llevaríamos una vida más normalizada. Pero estamos en pleno siglo XXI y la accesibilidad está en pañales. Como dice la recién premiada actriz sorda Miriam Garlo: la situación es España es lamentable.
Es un cuento accesible con una tipografía indicada para personas con deficiencias visuales y con un código QR que enlaza a un vídeo para personas sordas, ¿le ha sido complicado adaptar su obra a estas características?
—Es un cuento inclusivo doblemente accesible. No ha sido complicado porque afortunadamente he contado con un equipo maravilloso y con las nuevas tecnologías ha sido todo mucho más fácil.
¿Ha contado con la ayuda de otros profesionales para ilustrar o maquetar el ejemplar?
—La ilustradora es Laura Berbenni, maestra sorda en Tenerife. No se dedica a la ilustración, pero lo hace superguay. La que signa el cuento en un vídeo es Pilar Arzoz, maestra sorda en un colegio de Zaragoza. Ella hace todo el montaje de vídeo y subtitulado. María Rodríguez Pérez es experta en hand lettering y dibuja la contraportada. El encargado de maquetación y gestiones es Ricardo Peña. El responsable de los relojes de sol es Arturo Bravo, profesor jubilado de Cayón. Un interesantísimo proyecto de relojes de sol del valle que desarrolló con sus alumnos y que aportó desinteresadamente al cuento. Margarita San Julián Serrano, logopeda y psicóloga en Salamanca, y su hijo Javier Oliva San Julián añaden voz y música respectivamente al vídeo signado. Y el niño sordo, Alejandro Pérez González, aporta una ilustración al cuento. Mención especial recibe mi vecina del colegio, Pilar Anuarbe, que compartió conmigo la fascinante historia de sus antepasados.
¿A qué tipo de lectores se dirige el cuento?
—Para público oyente y sordo. Está enfocado sobre todo a niños de Infantil (5 años) y alumnos de 1º y 2º ciclo de Primaria.
También es autora del cuento '¡Qué bonita eres, Estela!', ¿qué acogida ha tenido?
—El de '¡Qué bonita eres, Estela!', es un cuento inclusivo y doblemente accesible también, además de benéfico. Como es el único en España de estas características, está teniendo muy buena acogida. La recaudación para la infancia sorda de la Fundación Vicente Ferrer está superando mis expectativas.
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