El secreto del éxito de un histórico negocio: «Pocos lo hacen y mis clientes saben que aquí van a encontrar el mejor»

Desde hace algo más de veinticuatro meses, el cubano Odlanier González, con tan solo 32 años, regenta un quiosco histórico de la avenida de Portugal que acumula cuatro décadas de historia. El joven tomó el traspaso del local y aprendió las claves del negocio de la mano de los anteriores dueños. Además, mantuvo al personal y descubrió el secreto que hace único a este quiosco: el tueste casero y artesanal de los frutos secos.

«Mis clientes saben que aquí van a encontrar el mejor fruto seco casero», explica con orgullo a este medio. Cacahuetes, almendras, pipas de girasol o de calabaza… todos se tuestan en horno propio, controlando temperaturas y tiempos según el producto. «Los sacamos en caliente, recién hechos. Hay pocas tiendas que hagan esto y la gente lo valora», afirma.

Natural de Cuba, González llegó a Salamanca en 2013 siguiendo a su hermana, que llevaba años en la ciudad. Aunque estudió un módulo de FP en frío y calor, y trabajó en oficios del sector, el destino lo llevó a un local con historia: fundado en 1985, fue uno de los primeros quioscos de la ciudad. En 2022, cuando los anteriores dueños se jubilaron, decidió dar el salto. «Me surgió la oportunidad y lo valoré. Yo nunca había trabajado de cara al público, pero me lancé». Ha tenido que aprender a tratar con proveedores, hacer facturas, comprar productos y adaptarse a los nuevos horarios, entre otras muchas cosas. «A día de hoy sigo aprendiendo», dice con humildad.

Uno de los mayores tesoros del negocio es el equipo humano. Yolanda, trabajadora del quiosco desde hace 30 años, le enseñó a tostar los frutos secos con la ayuda de los anteriores propietarios. También Andrés, con 15 años de antigüedad en la tienda, sigue a su lado. «Los trabajadores son los mismos, eso da mucha confianza a los clientes», afirma.

González ha mantenido la esencia del negocio, pero le ha dado un aire nuevo. Ha reformado por completo el local: ha cambiado el mostrador, las estanterías, algunas neveras, y ha hecho mejoras en la fachada y el almacén. También ha creado una página web, está presente en redes sociales y planea abrir otro establecimiento en el futuro. «Me gusta ver cómo crezco como empresario. Me organizo prácticamente solo y soy inquieto; siempre estoy buscando cómo mejorar», reconoce.

Además del tueste casero, el nuevo dueño ha ampliado la oferta con productos de origen latino. «Aquí en la zona hay muchos clientes de Perú, Venezuela, Colombia… Poco a poco voy introduciendo más variedad». También sigue apostando por los clásicos: prensa diaria, alimentación, chucherías, snacks y refrescos. La visión del emprendedor es clara: quiere mantener a los clientes habituales y atraer a otros nuevos. «No quiero un mercado de turistas. Me interesa la gente del día a día».