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Así se ven las luces de Salamanca, Ávila o Madrid desde el campo charro OSCAR MARTÍN MESONERO
Salamanca tiene más contaminación lumínica por metro cuadrado que Madrid o Barcelona

Salamanca tiene más contaminación lumínica por metro cuadrado que Madrid o Barcelona

Para disfrutar de la Vía Lactea hay que desplazarse a la provincia

Sábado, 14 de mayo 2022, 14:00

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Paradojas de la vida. La despoblación que aqueja a la provincia de Salamanca desde hace más de medio siglo permite contemplar uno de los más grandiosos espectáculos de la naturaleza: el cielo estrellado. Y esto se debe a la baja o nula contaminación lumínica. La ausencia de alumbrado artificial de calles y edificios ofrece mejores condiciones de visibilidad del cielo en las noches claras.

Zonas de la provincia como la Sierra de Francia y de Gata, la Raya de Portugal y Las Arribes se sitúan entre las zonas de la Península más favorables para disfrutar de la observación celeste. Sin embargo, la situación cambia radicalmente en la capital, donde el amplio alumbrado artístico que pretende ensalzar nuestros monumentos priva a los ciudadanos de poder admirar ese tesoro celeste.

“Tanta publicidad como se da al Cielo de Salamanca, pero luego el cielo de verdad no se protege”. Óscar Martín Mesonero, presidente de la Organización Salmantina de la Astronáutica y el Espacio y experto en astrofotografía es quien apunta este contrasentido. “Salamanca capital tiene más contaminación lumínica por metro cuadrado que Madrid y Barcelona. Y esto se debe a que no se cumple la normativa vigente, que prohíbe iluminar del suelo hacia arriba”.

Además del argumento de mejorar la seguridad ciudadana en los entornos urbanos, las ciudades patrimonio como Salamanca refuerzan su alumbrado con un amplio despliegue de luz dirigido a ensalzar la belleza monumental. En 2017, 4.100 proyectores de luz iluminaban un total de 117 monumentos y esculturas en Salamanca. A ello se une todo el alumbrado público de vías, plazas y rotondas, cuyas luminarias están abrazando en los últimos años la tecnología LED. Este paso es relevante en cuanto a ahorro de consumo, pero no tanto en lo que se refiere a eficiencia lumínica. “No es que no haya que iluminar los monumentos –aclara Óscar Martín Mesonero-, pero otras ciudades de nuestro entorno lo han hecho mejor. Lo que hay es falta de conocimiento o de interés”.

Expertos del CSIC alertaban recientemente de que la contaminación lumínica ha aumentado al menos un 50% en el último cuarto de siglo. Actualmente el Gobierno tramita mediante Real Decreto un nuevo Reglamento de ahorro y eficiencia energética y reducción de la contaminación lumínica cuyo proyecto ya está siendo criticado antes de su aprobación.

“El decreto actual no reducirá la contaminación lumínica”, afirmaba recientemente el investigador Alejandro Sánchez de Miguel, uno de los principales expertos en el tema. “Los LED de mayor eficiencia son los más azulados, que por otra parte son los de mayor impacto ambiental, más baratos y que producen mayor deslumbramiento”. Los LED más sostenibles, añade, cuestan apenas un 10% más, y por eso parten con desventaja en los concursos públicos,

Dónde ir

El invierno tiene la ventaja de que ofrece más horas de oscuridad para observar el cielo y el aire es más estable, sin las turbulencias que levanta en verano el calor que se eleva desde el suelo por la noche. Como término medio, la primavera es una buena época, con menos frío, cielo oscuro y la Vía Láctea visible a baja altura. Se aconseja alejarse un mínimo de 20 kilómetros de la capital y, en general, apartarse de las zonas iluminadas.

Desde 2009, la Fundación Starlight, entidad sin ánimo de lucro creada por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) para la difusión de la astronomía, trabaja para la protección del cielo nocturno como recurso científico, cultural, medioambiental y turístico. En este sentido, Starlight ha creado un sistema de certificación que avala a aquellos espacios que poseen una excelente calidad de cielo y que representan un ejemplo de protección y conservación.

“Está creciendo el ‘turismo de estrellas’ gracias al interés de ciudades y de pueblos que se conciencian”, apunta Óscar Martín Mesonero. “Se está notando que, tras la pandemia, hay cada vez más gente que huye de las aglomeraciones y elige relax y disfrutar del espectáculo de los cielos estrellados” .

Porque el cielo estrellado también es patrimonio amenazado. “El 80% de la población mundial —denuncia Martín Mesonero— ya no puede ver hoy la Vía Láctea por culpa del alumbrado artificial, algo que vieron y disfrutaron nuestros abuelos. Vamos a perder el cielo”.

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