Las razones que hacen especiales a los vinos del Castillo del Buen Amor, Toro y Zamora
Pilar Fernández de Troconiz Tapia, Judith Fernández Jáñez y Eva Gamazo Pérez han relatado las características que convierten a estos lugares dedicados a la producción del vino en sitios que merecen ser visitados
La mesa redonda «Ruta del Vino de Zamora y Ruta del Vino de Toro» reunió a tres mujeres referentes del mundo vitivinícola en Salamanca y Zamora que representan la esencia de un territorio donde el vino, la historia y la sostenibilidad caminan de la mano.
Pilar Fernández de Troconiz Tapia, directora del Castillo de Buen Amor, destacó la filosofía artesanal y ecológica de su bodega, que apuesta por el respeto al entorno y la mínima intervención en el proceso de elaboración. «Somos 100% ecológicos certificados», explicó. No utilizamos pesticidas ni productos enológicos innecesarios porque queremos que la uva exprese lo que tiene la tierra cada año. No queremos morirnos de lo que bebemos, queremos cuidarnos». Sus vinos, todos monovarietales y criados entre 12 y 18 meses en barrica, buscan taninos suaves y una elegancia natural que refleje la identidad del suelo y del clima.
Por su parte, Judith Fernández Jáñez, gerente de la Ruta del Vino de Toro, subrayó la importancia del comercio local y la cooperación entre bodegas y establecimientos del territorio. «Cuando tenemos este tipo de compromisos, tiramos también del pequeño comercio, de las tiendas asociadas que venden nuestros productos. Nadie mejor que el comerciante para elegir los vinos que representan a Toro», señaló.
Judith presentó vinos de bodegas lideradas por mujeres como Liberalia III y Sobreño, ambos 100% tinta de toro y procedentes de cepas de entre 60 y 80 años. «En nuestro territorio se conserva mucho viñedo viejo, porque no sufrimos las infecciones que afectaron a otros lugares en el siglo XIX. Eso nos da una autenticidad única». También reivindicó el valor del enoturismo y del arraigo rural: «El mundo rural necesita que vayamos allí. No podemos deslocalizar las bodegas ni las queserías. Hay que visitar los lugares donde nacen estos productos».
El Liberalia III pretenece a una bodega muy vinculada al arte y a la musica, incluso su fundador toca con el violín un réquiem antes de vendimia, y en la sala de barricas la crianza se hace siempre al son de la musica clásica de fondo.
Desde la Ruta del Vino de Zamora, Eva Gamazo Pérez destacó la historia y la identidad de su zona, «la única tierra del vino toponímicamente reconocida en el mundo». Sus bodegas, explicó, son pequeñas y familiares, muchas de ellas de cuarta generación. «No hacen el vino que la gente busca, hacen el vino que hacían sus abuelos. Son bodegas donde el mismo bodeguero recoge la uva, la prensa, la embotella y la vende. Eso hace que cada visita sea única, auténtica, y que el vino huela y sepa a su tierra».
Gamazo recordó también la existencia de viñedos prefiloxéricos, cultivados en vaso y cuidados con mimo. «Estos vinos no tienen añadidos, no te van a dar resaca, porque son naturales y sinceros. Cuando un vino lleva en su nombre 'Tierra del Vino', lleva dentro toda la tradición de generaciones que han trabajado esta tierra».
Durante la mesa también se recordó que un buen vino siempre merece un buen acompañamiento. Gustavo Chillón Lorenzo presentó tres variedades de Queserías Chillón Plaza, elaboradas con la misma filosofía artesanal que los vinos del territorio, demostrando que vino y queso son el maridaje perfecto para celebrar la riqueza de Zamora.
Por lo tanto, estas son las siete características que hacen especiales a muchas bodegas y viñedos de estas zonas:
- El cultivo de viñedos centenarios y prefiloxéricos, con varias décadas de historia.
- Una elaboración artesanal y sostenible, con mínima intervención y respeto al medio ambiente, como en el Castillo del Buen Amor, que es 100% ecológico.
- La presencia destacada de mujeres al frente de bodegas y proyectos enoturísticos.
- La cooperación con el comercio local, que impulsa el desarrollo rural y mantiene viva la tradición.
- La autenticidad del territorio, imposible de deslocalizar o reproducir fuera de su contexto natural.
- La continuidad generacional, con familias que han transmitido su saber durante siglos.
- La apuesta por un enoturismo emocional y personalizado, donde cada visita es una experiencia única.