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Cáncer. Seis letras que enfrían el alma y que te obligan a pegar un giro de 180º en tu vida. Una enfermedad que, por desgracia, sigue matando. El paso inexorable por un quirófano. Una vida entre ciclos de quimioterapia y radioterapia. Una invasión de miedo. Un tiempo de rehabilitación que parece interminable, incontables análisis de sangre, moratones, vómitos, inyecciones y pastillas para todo o para casi todo. Y aun así y aunque parezca mentira, es una sentencia de vida que te empuja a vivir.
En junio de 2022, el reloj de Raquel S. se paró. Lo que empezó con unas pequeñas manchas de sangre en la parte interna del sujetador terminó siendo el mayor varapalo de su vida en forma de diagnóstico. Tenía cáncer de mama. Concretamente, un carcinoma ductal infiltrante. Y, prácticamente al segundo, su cabeza se 'inundó' de incertidumbre, miedo y tristeza. En sus primeros pensamientos, fue imposible que no aparecieran sus padres y su hijo.
Por delante, le quedaba afrontar la batalla más dura e importante que había vivido hasta el momento. Después de someterse a una extirpación de ganglios, empezó el tratamiento; un proceso largo que, en ningún momento, le impidió seguir con su rutina. «Lo más difícil de todo es aceptar que te tienen que cuidar en una época de tu vida en la que lo más lógico es que seas tú quien cuides de los demás», recuerda Raquel S., asegurando que, durante su lucha, jamás se ha sentido sola y resaltando que «la compañía es un pilar básico para los pacientes oncológicos» y que «el cáncer no se puede convertir en el protagonista de nuestra vida, sino que es simplemente un componente más con el que hay que aprender a vivir».
«Cuando me lo diagnosticaron, lo conté en casa con total normalidad. Dije que me había encontrado un bulto y que tenía que pasar por el quirófano para eliminarlo. Esto es algo que le puede ocurrir a cualquiera en cualquier momento y hay que afrontarlo de la mejor manera posible. Habrá momentos malos, pero esos momentos pasarán», recuerda esta salmantina, que agradece en el alma el 'abrazo' reconfortante que, desde el primer momento, le dio la Asociación Española Contra el Cáncer y, en especial, su psicóloga.
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«Desde que conocí el diagnóstico, recibo terapia psicológica en la asociación porque es un proceso muy largo y mi psicóloga es mucho más accesible que la que ofrece el hospital, teniendo en cuenta que únicamente puedes acudir a ella cuando te citan. Sin embargo, la Asociación Española Contra el Cáncer nos permite que descolguemos el teléfono siempre y cuando lo necesitemos», asegura Raquel, añadiendo que «la asociación ayuda en todo lo que puede tanto a familias como a pacientes, pero aun así no se cubre todo lo necesario porque un paciente oncológico ve reducidos sus ingresos al coger la baja y aumentados sus gastos por los productos farmacéuticos que tienen que tomar y que no están cubiertos por la Seguridad Social».
«La palabra 'cáncer' me dice lo mismo que 'migraña', 'miopía' o 'alergia'. Forma parte de mi vida y he aprendido a convivir con ella», afirma Raquel S. rememorando todo lo que ha pasado durante este tiempo desde que fuese diagnosticada casi hace dos años. A su vez, mira al futuro con entereza y con plena confianza pidiendo un único deseo: que la enfermedad no vuelva a manifestarse porque ya tiene suficiente con las secuelas que le han quedado en el brazo y hay una parte de sus tareas que no puede desarrollar como lo hacía antes. «A nivel laboral, nunca he tenido ningún problema. Al efectuarme una linfadenectomía, me han quedado secuelas en el brazo y hay una parte de mis tareas que no puedo desarrollar como lo hacía antes, pero tengo la suerte de tener compañeros que siempre están ahí para ayudarme a lo que necesite», comenta añadiendo que el diagnóstico que recibió en junio de 2022 cambió su vida, sus prioridades y le enseñó a vivir más lento y a disfrutar del ahora porque «el futuro es incierto y ni siquiera sabemos si va a existir».
«Mi proceso de recuperación está siendo bueno y, por eso, he podido reincorporarme al trabajo. Después del tratamiento, mis niveles de fuerza y de resistencia no son los mismos que antes, pero eso es algo que se va recuperando con el paso del tiempo», sentencia Raquel, lanzando un mensaje de agradecimiento al que ha sido su médico y 'ángel de la guarda' hasta ahora: el doctor Luis Figuero.
«Uno de cada dos», «una de cada tres» y un sinfín de expresiones que dejan entrever el miedo y la incertidumbre que se ocultan tras la palabra 'cáncer'. Son las que más deshazón le provocan a Raquel S., diagnosticada con cáncer de mama hace casi dos años. Pese a ello, confía ciegamente en que la enfermedad tenga una cura pronto. «Espero que se encuentren tratamientos menos invasivos que permitan al paciente afrontar la enfermedad con calidad de vida», asegura esta luchadora, que todavía a día de hoy se está recuperando de su diagnóstico.
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