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Uno de los camareros con mayor trayectoria profesional de la Plaza, Rafael Gómez García. Obes
Del presidente Carter a Antonio Banderas tras casi 40 años con una bandeja en la Plaza: «Esta profesión hay que mamarla»

Del presidente Carter a Antonio Banderas tras casi 40 años con una bandeja en la Plaza: «Esta profesión hay que mamarla»

Rafael Gómez, de 55 años, lleva 37 trabajando en la misma cafetería del ágora: «Mis abuelos y mis padres fueron hosteleros»

María Regadera

Salamanca

Lunes, 23 de septiembre 2024, 12:37

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Toda una vida entregada a la hostelería, casi cuatro décadas pegado a una bandeja y siempre fiel a la cafetería de la Plaza Mayor en la que lleva trabajando desde que cumplió la mayoría de edad. Rafael Gómez, de 55 años, es uno de los camareros con mayor trayectoria del ágora. Él mismo se sorprende de todos los cambios sociales que ha vivido en estos 37 años de trabajo y confiesa a este periódico haber servido cafés a políticos de la talla de Jimmy Carter o actores tan famosos como Antonio Banderas o Eva Isanta.

«Yo nací en una familia de hosteleros y esta profesión hay que mamarla en casa. Mis abuelos lo fueron y mis padres también, tenían un negocio en Salamanca. Desde pequeño aprendí el oficio y, a los 18 años, comencé a trabajar en esta cafetería con un trabajo temporal durante los dos o tres primeros años y luego me hicieron fijo», asegura.

Confiesa que la sociedad ha cambiado mucho desde que comenzó a servir cafés. Hace especial mención a las exigencias del público y a la escasez de tiempo con la que cuentan la mayor parte de los clientes a los que atiende personalmente cada día: «Lo habitual es que se sienten y te digan que tienen mucha prisa. Siento que los clientes están mucho más exigente que hace una década y no se toman ese tiempo de respiro que conlleva tomar algo fuera de casa», afirma.

En casi cuatro décadas de trayectoria profesional, han sido muchos los clientes que han pasado por su lugar de trabajo: políticos internacionales, actores, empresarios o miembros de la realeza: «Hemos servido al presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, a actores como Antonio Banderas, Jorge Sanz o Eva Isanta, por decir a algunos porque hemos recibido a infinidad. Los tratamos como a otros clientes, aunque es verdad que los atendemos con mucha ilusión y quizás los miramos un poco más. Alguno se atreve a hacerlos alguna broma sobre su trabajo y quizás se meten en conversación», reconoce.

Después de tantos años trabajando, Gómez opina sobre cuáles deben de ser las dos cualidades que tiene que tener todo camarero que se precie: simpatía y paciencia. «Es necesario tener mucha simpatía y mucho aguante, pero también que te guste el trabajo y lo que haces, que te levantes cada día con ganas. Falta mucha mano de obra en la hostelería».

Junto a ello, aconseja a los jóvenes sobre este trabajo y las responsabilidades que conlleva. «Tiene que gustar. Si trabajar aquí es algo impuesto o el motor es solamente económico no se lo aconsejo, hay que vivirlo desde pequeño. Además, este trabajo cada día se profesionaliza mucho más. Antiguamente esto era poner una cerveza, un café y poco más. Sin embargo, ahora se aprende mucho más de técnicas y de preparación», destaca.

Pero no es oro todo lo que reluce, el trabajo de camarero tiene luces y sombras según el testimonio de Gómez: «Lo mejor del trabajo es que conoces a mucha gente. Lo malo es que tenemos que aguantar y torear mucho, parece que somos psicólogos, en lugar de camareros», asegura entre risas. Junto a ello, resalta también algunos malestares físicos que provoca la profesión a largo plazo: «Fisicamente te afecta mucho. Las piernas sufren demasiado y acabamos muy cansados cada día. A nivel mental nos pasa lo mismo, acabamos fatal. Todos los que trabajamos durante toda la vida en este sector salimos a los 55 o 60 años con problemas de piernas, de circulación, de varices o molestias en las rodillas», reconoce.

Por otro lado, cuando este camarero comenzó a trabajar en la Plaza, todavía no existía Internet o las redes sociales: «Algunas reseñas que se publican a través de las pantallas hacen mucho daño a los establecimientos y a su personal. Muchas veces son mentira o una exageración de la realidad. Esto nos toca a todos y a veces se prefiere el 'boca a boca' de toda la vida», resalta.

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