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Policarpo Sánchez, en una terraza de la Plaza Mayor, posando para la entrevista con LA GACETA.
Policarpo Sánchez: “Sales del hospital no por estar curado, sino porque no te vas a morir por la covid”

Policarpo Sánchez: “Sales del hospital no por estar curado, sino porque no te vas a morir por la covid”

El Presidente de ‘Salvar el Archivo de Salamanca’ le pide a quien ingrese a la UCI que “tenga fe”

Miércoles, 21 de abril 2021, 14:26

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Hace un año Policarpo Sánchez estaba en la UCI y en dos ocasiones le dieron por desahuciado. Perdió 20 kilos y ha recuperado masa muscular con ejercicios de rehabilitación. Pero esa es la carrocería exterior. Aún le queda mucha batalla por librar por un tumor en el mediastino.

–En abril de 2020 estaba en el Hospital de Salamanca, inmerso en la lucha por su supervivencia.

–Estuve dos meses en el Hospital, uno de ellos en la UCI. En la UCI estuve tres semanas en coma inducido, tumbado boca abajo. Estuve dos veces intubado: la primera vez, tres semanas y la segunda, tres días. Como no respiraba por mí mismo, me volvieron a intubar. Hubo dos llamadas telefónicas a mi familia y a Enrique de Santiago, de la Asociación Salvar el Archivo de Salamanca, para decirles que no había solución.

–¿Cómo se sintió cuando recuperó la consciencia?

–En la UCI sientes una enorme soledad: no puedes acceder al teléfono móvil. Cuando te van a meter en la UCI no es para que te recuperes mejor, sino porque estás muy malito. Y camino de la UCI envié un whatsapp al grupo de Salvar el Archivo. Mandé un mensaje diciendo dónde me llevaban. Y les dije: “Sabéis que soy un luchador. Voy a luchar con todas mis fuerzas para levantarme de esta batalla. Pero si sale mal, por favor, continuad con la labor que se ha desarrollado todos estos años por el Archivo”. Las respuestas las vi un mes más tarde. Eran impresionantes.

–Despierto ya, en la UCI se sentía muy vulnerable.

–De la UCI recuerdo esa sensación de enorme soledad: nadie se puede comunicar contigo ni agarrarte la mano. Y recuerdo la enorme cantidad de aparatos y que en cuanto me movían ligeramente, todos los aparatos pitaban: el corazón se ponía a 130 pulsaciones, la tensión subía a 17, el oxígeno caía a setenta y tantos... Recuerdo una conversación: “Este paciente se desestabiliza por completo en cuanto se le toca”.

–Está muy agradecido a todos los que le cuidaron y alaba la excelencia sanitaria del Hospital de Salamanca.

–El trato fue impresionante por parte de todos: médicos, enfermeras, auxiliares, fisioterapeutas, personal de la limpieza... Si vivo, estoy convencido de que es gracias a ellos. En el Hospital emplearon todos los tratamientos más innovadores para mí y para el resto de pacientes: fui la primera persona tratada con células madre por su demostrado poder antiinflamatorio. Fue una de las claves de la salvación. Enrique de Santiago tuvo que firmar el consentimiento porque era un tratamiento experimental. El Hospital puso todos los recursos que la ciencia tenía en su mano para sacarme adelante a mí y a los demás pacientes. El nivel sanitario del Hospital es excelente. Está a la vanguardia.

–Y llegó el momento de salir del Hospital.

–En la UCI, cuando preguntaba, me decían: “Estás mejor, campeón, pero has estado muy malito”. Y cuando estuve ingresado en planta, un médico me comentó que mi historia de la UCI daba miedo. Cuando sales del Hospital no es porque te hayas curado, es porque ya no te vas a morir. Y comienza una lucha de fondo para ir recuperando peldaño a peldaño: yo había perdido 20 kilos, toda la masa muscular, no respiraba... Cuando recibes el alta comienza una lucha igual que le acabas de librar para salvar la vida. Fuera del Hospital, estuve en silla de ruedas tres meses más. Me tenían que dar de comer porque no tenía fuerzas para coger una cucharilla y llevármela a la boca. Mi cuerpo había quedado totalmente paralizado: la fisioterapia consistía en moverme los dedos de los pies y las manos porque por mí mismo no podía. Tenía disfagia para líquidos: al quedarme paralizado no tenía la capacidad de tragar. Hasta cuatro meses después del alta no pude beber un vaso de agua. Me hidrataba solo con gelatina porque no podía beber líquidos, que se iban al pulmón (porque me atragantaba) y producían infección.

–Y tenía más complicaciones.

–No podía hablar. Tenía un hilo de voz porque se me quedó paralizada la cuerda vocal derecha y en la actualidad hablo porque mi cuerpo se ha readaptado, en un proceso de meses, y hablo con una sola cuerda vocal. Y mi diagnóstico de secuelas a 5 marzo es que continúa la disfagia: puedo comer algunos alimentos con muchísimo cuidado. Tengo fibrosis pulmonar que disminuye la capacidad pulmonar y también hago bajo intercambio de gases cuando la sangre lleva el oxígeno y luego se expulsa el anhídrido carbónico, con lo cual cuando me someto a esfuerzos como subir una cuesta, no puedo con la cuesta. Tengo que evitar esfuerzos que supongan más necesidad de oxígeno. Otra secuela es la artritis y después de llevar nueve meses en rehabilitación, todavía me levanto con un dolor impresionante en la mano derecha (la muevo después de horas de tratamiento y agua caliente). Así que no puedo escribir con bolígrafo porque soy diestro.

–Y tiene un tumor en el mediastino, en el espacio entre el pulmón y el corazón.

–Me tienen que abrir el tórax y extraer un tumor que está comprimiendo la aurícula derecha y tocando la aorta. Al mes de la operación, Medicina Interna me ha propuesto un tratamiento que unirá corticoides e inmunosupresores. Miguel Marcos me ha comentado que está habiendo buenos resultados y que otros pacientes, una vez suspendida la medicación, no vuelven a tener la sintomatología asociada a este tumor. Han explorado las placas de cuando ingresé en el Hospital y no había el mínimo rastro de este tumor en el tórax. Una teoría es que el órgano que produce los linfocitos tuvo que trabajar de forma tan desmesurada que ha creado una masa de 7 centímetros.

–A quien ingrese en la UCI por la covid y a sus familiares les dice que es importante no perder la fe.

–Que tengan esperanza porque se puede salir adelante. Es muy importante no perder la fe. Estamos en manos de profesionales sanitarios de la más alta cualificación. Si yo me he salvado, se pueden salvar muchísimas personas que lo tengan muy difícil. Yo volví a la UCI de visita para dar las gracias, medio año después de estar ingresado, a todos los que me trataron y en especial a la doctora Teresa Recio, intensivista en el Clínico. Se pasa tan mal en la UCI, que volver a dar las gracias no es algo que hagan los pacientes. Pero a mí me pareció de justicia porque me salvaron la vida. La doctora, con 25 años de experiencia en la UCI, consideraba que mi salvación se debió a un milagro. Pero yo creo más en la ciencia y en que ella luchó por mí. Gracias a la doctora Teresa Recio y a los demás médicos, hoy estoy aquí contándolo.

–Aprecia la vida y nos pide a todos que nos cuidemos.

–Es maravillosa, pero como la copa que si se cae al suelo, se rompe en pedazos en un solo instante. Quiero dar las gracias a tanta gente que me ha apoyado y me ha dado mensajes de aliento. Hay que ser conscientes de nuestra fragilidad como humanos y seguir extremando las precauciones, sin bajar la guardia. Tenemos que protegernos para cuidar de nuestros seres queridos con la mascarilla y la distancia social. Y hay que vacunarse. Veo el principio del fin: pasé el otro día por el Multiusos y me emocionó ver a muchísimas personas esperando las vacunas. Gracias a la ciencia tenemos esa solución, en un tiempo récord, para salvar la vida. Yo también me vacunaré cuando me toque. El mismo empeño que he puesto en recuperar los documentos del Archivo lo tengo puesto en recuperar mi vida.

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