
Secciones
Destacamos
Esperanza Pérez, una salmantina de 67 años, conoce muy bien las limitaciones que provocan la Fibromialgia, el Síndrome de Fatiga Crónica y la Sensibilidad Química Múltiple, ya que las padece desde hace décadas. Fue diagnosticada con la primera de ellas hace veinte años y, hace diez, recibió el diagnóstico de las otras dos que se desarrollaron más tarde. Sus primeros síntomas coincidieron con la premenopausia.
«Tuve mucha suerte porque tuve un diagnóstico muy rápido, algo muy poco común. Mi primer síntoma fue la rigidez muscular, aunque yo en un principio lo asocié con un problema hormonal. Fui al médico y me derivaron a reumatología», recuerda. Respecto a las otras dos enfermedades, que fueron detectadas tiempo después, fue más complicado conseguir un diagnóstico, ya que «aquí no había profesionales que se dedicaran a estas patologías», menciona.
La realidad que afronta Pérez limita su día a día, aunque asegura que ha aprendido «a convivir con las enfermedades»: «Lo que más me limita es la Sensibilidad Química. Todo el mundo utiliza perfumes y eso me afecta mucho. Yo voy por la calle sorteando a las personas que fuman y a las que van dejando un halo que perfuma la cara», explica. Esto se debe a que la persona puede sufrir dolor de cabeza, fatiga, mareos o dificultad para respirar al percibir estas sustancias químicas. Durante la pandemia, esta realidad se puso de manifiesto de una forma mucho más directa y afectó mucho a la vida de Pérez. «Tras el confinamiento, en todos los espacios se usaban muchos químicos para desinfectar. Eso me supuso incluso pasar un mes entero en la cama porque me incapacita mucho. Me entra un brote de fatiga que no me permite ni pestañear», reconoce.
La integrante de Afibrosal aconseja a las personas diagnosticadas recientemente realizar ejercicio en la medida en la que su cuerpo se lo permita y hacer una terapia para afrontar el dolor, que también vale para la fatiga. Además, lanza un alegato para la mejora de los pacientes diagnosticados con Sensibilidad Química. «Pido que nos faciliten la vida lo máximo posible. Que en los sitios públicos no se utilicen productos químicos tóxicos para la limpieza o jabones con olor. La sociedad no se da cuenta, pero las personas que lo sufrimos nos vemos incapacitadas para cosas tan sencillas como ir al Hospital, renovar el carnet de identidad o asistir a las reuniones del colegio de sus hijos. Son nuestros derechos», manifiesta.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.