Nadal ensalza el deporte como herramienta de transformación social en su doctorado honoris causa: «Este día siempre lo llevaré conmigo»
El discurso del extenista ha estado cargado de emoción
Rafael Nadal ha pronunciado un discurso cargado de emoción y valores durante su investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Salamanca. «El deporte, con mayúsculas, me ha enseñado la importancia de vivirlo con pasión. La pasión te ayuda a disfrutar incluso en los momentos de mayor esfuerzo y dificultad», ha señalado en su intervención.
El tenista quiso detenerse en una palabra que considera esencial en la carrera de cualquier deportista profesional: la ambición. Una ambición, ha explicado, que debe ser entendida de manera sana, sin que el fin justifique nunca los medios. «Cuando era niño no pensaba en ganar grand slam y títulos, sino en golpear la pelota un poco mejor que el día anterior. Estoy convencido de que esa es una de las claves para alcanzar cualquier meta en la vida».
Nadal ha compartido una anécdota personal que marcó sus inicios: «En 2002, siendo adolescente, estaba ilusionado con jugar el torneo junior de Roland Garros. Lo veía como una gran oportunidad de competir en un escenario emblemático. Sin embargo, mis padres me dijeron que no podría porque coincidía con los exámenes. Fue muy difícil de entender en ese momento, pero con el tiempo comprendí que aquella decisión fue una gran lección. Ningún objetivo deportivo puede estar por encima de los valores y de la formación, y hoy les doy las gracias».
Ha recordado entonces una reflexión de Unamuno: «Procuremos ser más padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado», con la que conectó su propia filosofía de mirar siempre hacia adelante y no conformarse con lo ya conseguido.
El campeón ha querido extender sus palabras más allá del tenis: «Todos estos valores son generales, no pertenecen solo al deporte. Deben aplicarse en la vida cotidiana en todos los ámbitos. El deporte tiene una capacidad única de unir: tras viajar por el mundo he sentido el cariño de culturas y lenguas distintas, compartiendo una misma emoción durante los partidos. Nos enseña a celebrar el esfuerzo de los demás y, en un mundo en constante división, debe ser un espacio de encuentro, convivencia, cordialidad y respeto mutuo».
Ha subrayado también que el deporte no solo forma deportistas, sino personas, y destacó el papel de la Fundación Rafa Nadal y de su academia como vías para transmitir esos valores a las nuevas generaciones: «El deporte puede transformar vidas y debe tener un lugar destacado en la sociedad. Yo sabía que algún día mi etapa como jugador profesional llegaría a su fin, pero espero mirar atrás y haber contribuido a que el deporte sea valorado por lo que aporta, inspirando a otros a luchar por sus sueños. El verdadero éxito está en el esfuerzo y en el camino recorrido».
El reconocimiento, ha afirmado Nadal, no era solo para él, sino «para lo que el deporte representa en la sociedad». Ha citado a Nelson Mandela para cerrar esa idea: «El deporte tiene el poder de cambiar el mundo y de inspirar, de unir a las personas como pocas cosas lo hacen. Puede crear esperanza ante la desesperación».
En la parte final de su intervención, ha mostrado su gratitud a la Universidad de Salamanca y a todos los que hicieron posible su investidura, con un recuerdo especial a su familia, «mi gran apoyo», a su equipo, «en los buenos y malos momentos», y a sus rivales, «que me han exigido tanto».
«Este día lo llevaré siempre conmigo y será un gran impulso para mantenerme fiel a los valores que el deporte me ha enseñado», concluyó el tenista, visiblemente emocionado.