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El salmantino Francisco Santiago que pasó gran parte de su vida viviendo en Cuba y México. cuesta
Los salmantinos que se fueron y que se siguen yendo

Los salmantinos que se fueron y que se siguen yendo

De los años 60 a los 80, miles de salmantinos emigraron en busca de un futuro mejor. Años después, a raíz de la crisis, la historia se repite y numerosos jóvenes se marchan en busca de una oportunidad laboral

Miércoles, 17 de julio 2019, 12:56

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La emigración no es un concepto nuevo. Nuestros mayores, allá por los años 60, 70 y 80, dejaron atrás un país pobre y que vivía bajo una dictadura o estrenaba una incipiente democracia. Se llevaron a España en sus corazones mientras partían a nuevos horizontes. Los jóvenes emigraban en busca de un porvenir mejor para ellos y sus familias. La mayoría dejaban en Salamanca a allegados, a los que enviaban dinero hasta que meses, o incluso años después de estar asentados en el nuevo país, podían traer a sus familias consigo. Esta situación se ha vuelto a reptir en los últimos años. La crisis española iniciada a finales de 2007 provocó que muchos salmantinos dejaran sus hogares para mudarse a otros países en busca de un sueldo o un trabajo que en España era una utopía tener. Entre ellos, numerosos jóvenes que deciden marcharse ante una realidad laboral dura para los que aún no han tenido la oportunidad de adquirir experiencia. Desde 2008 a 2018, un total de 4.193 salmantinos emigraron a otros países. Solo en el año 2015 fueron 701 los que se fueron.

Francisco Santiago: “Cuba me salvó la vida, encontré una forma de vida sin estrés, algo que desconocía”

Francisco era un empresario salmantino con negocios relacionados con embutidos, secaderos, mataderos e instalaciones para este tipo de productos. Tenía negocios en España como fuera de esta. Tras un viaje a Cuba, le propusieron un negocio en este país. Le interesó el mercado y, sobre todo, el estilo de vida tranquilo que prometía el país. “Cuba me salvó la vida, encontré una forma de vida sin estrés, algo que desconocía”, explica. Durante su estancia en Cuba mantuvo negocios en diferentes partes del mundo y, entre ellas, la antigua URSS. Gracias a las amistades que tenía con altos mandos cubanos pudo iniciar negocios en el país soviético. En sus viajes, vivió el proceso de cambio de gobierno del presidente Gorbachov a Borís Yeltsin. Tras 10 años en Cuba, viajó a España de vacaciones que tuvieron un desenlace inesperado. En su ausencia, le arrebataron todos sus bienes, incluidas las empresas, que tenía en el país dirigido por Castro. Además, le prohibieron la entrada en el país, pese a que su mujer e hija seguían viviendo allí. Al verse desamparado, vendió lo poco que tenía en España para empezar de cero en Cancún, México. Continuó luchando por recuperar sus pertenencias en Cuba, pero nunca lo consiguió. Al cabo del tiempo, su mujer e hija pudieron mudarse a la ciudad mexicana. En el nuevo país inició un negocio de embutidos con otro socio español. La empresa distribuía a más de 500 hoteles mexicanos. Sin embargo, la aventura terminó mal debido a los “comportamientos extraños” de su socio, por lo que decidió romper toda relación. Le intentó inculpar de estafa y, aunque luchó por demostrar su inocencia, la situación se hizo cada vez más insostenible, por lo que decidió regresar a España con su familia. “La vuelta fue dura, me fui con mucho y volví con nada”, recuerda.

Blanca Sánchez: “Todo el mundo debería viajar a Alemania”

En 1966, Blanca hizo la maleta y se trasladó con sus tres hijos a Colonia (Alemania), donde les esperaba su marido. Él se fue años antes a trabajar junto a su hermano como capataz en el aeropuerto de la ciudad. Mientras él estaba en Alemania, mandaba dinero a su familia. Aunque pueda parecer insólito para la época, la pareja no estaba casada cuando él partió, aunque si tenían hijos en común. Tiempo después, con miles de kilómetros de por medio, se casaron. Él, desde Alemania, ella, desde España, a través de un matrimonio por poderes. La llegada de Blanca a Alemania fue muy dura, desconocía el idioma y no era capaz de hacer las cosas más cotidianas del día a día. “Al principio lo pasé muy mal, no era capaz ni de comprar aceite. Iba a las tiendas y, en vez de pedir pantalones, pedía un “hombre”, porque en alemán eran palabras muy parecidas. Cuando fui a comprar una macheta para la carne, tuve que llevar un palo y dar golpes en el mostrador para que me entendieran”, recuerda Blanca. Cuando su marido murió hace aproximadamente 20 años, retornó a su tierra natal, Salamanca. Allí, en Alemania, dejó a sus cuatro hijos, nietos y bisnietos, pero ella quiso volver a su tierra natal “porque es mi hogar”.

Massimo Thomas: “China me marcó en el carácter, la forma de pensar e incluso en los gustos personales”

La familia de Massimo Thomas se mudó a China en 2005. Su padre estaba a punto de jubilarse cuando fue despedido de manera inesperada. Ante una situación de desesperación, la suerte le sonrió al encontrar trabajo de profesor de inglés en China. Massimo, con 9 años, dejó su ciudad natal, Salamanca, para mudarse a la zona de Cantón. En plena niñez, se encontró en un país nuevo y desconocido, no entendía el idioma ni la cultura. “La transición de España a China fue muy grande, me marcó en el carácter, la forma de pensar e incluso en los gustos personales”, rememora Massimo. Ya matriculado en el colegio, empezó a dominar el chino e hizo todo lo posible por empaparse de la cultura oriental. Cuando creció, trabajó de asesor comercial en todo tipo de sectores: inmueble, industrialización, traducción, etc. “El mundo chino es muy diferente al español, sobre todo el laboral. Hay que crear una red de conexiones y saber manejarse en el intercambio de favores. De esta forma, consigues un buen nombre. Así es el juego chino”, explica Massimo. Hace unos años, Massimo volvió a Salamanca y vivió el camino inverso en la transición de culturas: de la china tuvo que acostumbrarse de nuevo a la española y, un año después, a la británica, su siguiente destino antes de asentarse en Madrid de manera definitiva.

Eduardo Trejo: “Me sorprendió que me costara menos encontrar trabajo en Inglaterra que aquí”

El salmantino Eduardo Trejo vivió año y medio en el condado de Essex. En 2015, cuando aún estaba estudiando la carrera de Filología Inglesa, decidió que era momento de irse, cambiar de aires y ganar dinero por su cuenta. Viajó hasta Gran Bretaña con un contrato como auxiliar de enfermería. Sus conocimientos eran escasos, por lo que tuvo que recibir allí la formación necesaria para ocupar el puesto. “El mayor reto al que me enfrenté en Gran Bretaña fue la gestión de pagos, alquiler y todo tipo de papeleos. No estaba acostumbrado, esos temas los organizaban mis padres. En lo referente a la cultura, no necesité adaptación, porque antes había estado viviendo como Erasmus”, explicó. Cuando volvió a España, intentó buscar trabajo durante un año, aunque solo pudo encontrar empleos temporales. “Me sorprendió que me costara menos hallar un trabajo en Inglaterra que aquí”, afirmó. La falta de oportunidades laborales llevó finalmente a Eduardo a retomar sus estudios. Una decisión a la que llegó tras comprobar que las empresas le exigían una experiencia laboral difícil de conseguir ante la reticencia en España de dar oportunidades a los jóvenes.

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