Los problemas de las personas con altas capacidades: “Socialmente se les juzga como si fueran perfectos”
Personas con altas capacidades y sus familias rechazan la creencia de que tienen que ser “Superman” cuando en realidad también tienen dificultades
A pesar de la cercanía a la información y el creciente interés en el tema, las personas con altas capacidades todavía tienen que hacer frente a numerosos mitos y falsas creencias.
El presidente de Talentotecnia, David Ramos, que fue identificado como altas capacidades cuando tenía 7 años, aclara que no ha de confundirse este concepto con alto rendimiento: “Yo tengo altas capacidades pero también un bajo rendimiento. Somos las personas que con estudiar una hora o media hora y sacar un 5 tenemos suficiente y luego nos dedicamos a otras cosas que nos parecen más productivas y que nos apasionan más”. Además, Ramos acompaña la declaración con un dato más representativo y es que, según cuenta, “el 50 por ciento de altas capacidades fracasan en los estudios o incluso no llegan a sacarse el graduado”. De este modo, afirma que muchas veces se les confunde con vagos y se descarta la posibilidad de tener altas capacidades.
Ana Belén García, madre de un joven de 19 años de altas capacidades, también mantiene en esa línea su opinión. “La gente piensa que la gente superdotada son Superman y realmente pueden tener mucho problemas como el resto”, explica. Su hijo, que era capaz de leer libros de bachillerato cuando estaba terminando infantil, tiene una patología denominada disortografía (dificultades en la ortografía y la escritura).
Una sensación que suelen tener los niños con altas capacidades es la incompensión. “De pequeño mi hijo decía que era tonto”, menciona Ana Belén. Esto, según explica, se debe a que “se dan cuenta de que no son capaces de adaptarse a lo que exige el sistema y piensan que hay algo mal en ellos”.
Algo que denuncia Ramos es la “mirada hacia otro lado que en muchas ocasiones se tiene por parte de los centros escolares” o la falta de formación de los profesores para identificarlo. “Detectar a los niños con altas capacidades es fácil cuando es muy claro, pero los docentes no tienen formación obligatoria durante su carrera en la Universidad sobre el tema por lo que muchas veces no están capacitados y lo dejan pasar”, explica. Igualmente, rechaza que aunque en ocasiones se identifiquen, “los centros evitan intervenir porque tienen que hacer las pruebas y tienen que empezar a adaptar su currículo”.
Al igual que David Ramos, Verónica Santos, también miembro de Talentotecnia, es superdotada. Ambos representan los dos extremos, ya que en el caso de Verónica, lo que destacaba era el alto rendimiento desde sus primeras etapas en el colegio. Lo que ella reclama es que en ocasiones, “en vez de ampliar los términos de matemáticas, lengua o conocimiento del medio, muchas veces lo que necesitan son cursos de habilidades sociales o emocionales”. Esto daría, a su vez, respuesta a “la disincronía entre la madurez intelectual, que permite razonar a un niño de 7 años como a uno de 15, y la madurez emocional, que corresponde a la de un chaval de su edad”.
