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Los abusos en la Iglesia.
La importancia de tratar a las víctimas de abusos en la Iglesia: “Las secuelas supondrán traumas y más víctimas”

La importancia de tratar a las víctimas de abusos en la Iglesia: “Las secuelas supondrán traumas y más víctimas”

La psicóloga María Ángeles Pérez, responsable de psicología jurídica y forense del Colegio de Psicólogos de Castilla y León, considera necesario que quienes han padecido delitos sexuales en la Iglesia reciban apoyo psicológico y se juzgue al abusador

Martes, 9 de febrero 2021, 09:09

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Los abusos sexuales en la Iglesia han vuelto a la actualidad con el informe dado a conocer por los Jesuitas donde admiten 118 casos de abusos desde 1927, 37 de ellos en los últimos 20 años. Hace unos días, la Conferencia Episcopal española emitía un comunicado expresando que mantiene su compromiso para la protección de menores. Mª Ángeles Pérez, experta en psicología jurídica y forense explica cómo afecta a las víctimas este tipo de delitos sexuales.

–¿Cuál es el perfil de las víctimas de abuso sexual cometido en el seno de la Iglesia?

–Según un estudio nacional publicado, las víctimas de la Iglesia han sufrido abuso sexual entre los 14 y los 19 años. Los abusos suelen ocurrir a cualquier edad pero las víctimas suelen estar en una edad postpuberal, es decir cuando los menores no son maduros pero han desarrollado las características sexuales. Parece que hay un interés sexual del pedófilo en los adolescentes que normalmente son más víctimas hombres que mujeres.

–¿Cuánto más vulnerable es la persona, es más fácil que se convierta en víctima de abusos?

–Siempre ocurre. Cuanto peor es el ambiente familiar o más desequilibrado, y el abusador lo conoce, es más fácil que el menor, que tiene poco apoyo familiar, se convierta en víctima. También sucede que cuando hay mucha confianza entre el abusador y la familia de la víctima, más vulnerables son éstas porque probablemente no las van a creer si lo cuentan.

–¿Cuándo se atreve la víctima a exponer lo que ha sufrido?

–Cuando la víctima lo cuenta es en la edad adulta. Según detalla el estudio, un rango de edad frecuente es de los 24 años en adelante. Se lo cuenta a un familiar, a su pareja o a un amigo. Sólo el 25% de las víctimas van a ser capaces de contarlo y de ellas el 30% tendrán que enfrentarse a que el entorno no las crea. Cuando está ocurriendo el abuso, sobre el 90% se lo suelen contar a un representante de la Iglesia porque piensan que lo pueden parar. De las víctimas, el cien por cien sufre un sentimiento de culpa, vergüenza y de indefensión ya que sienten que hagan lo que hagan no pueden cortar lo que sucede y les crea confusión.

–¿Qué secuelas tiene una persona adulta que ha sufrido estos abusos en su infancia?

–En la mayoría de los casos, si no se tratan, a la larga las personas quedan traumatizadas o se convierten en abusadoras. Cuando es adulto esas secuelas se pueden trabajar y mejorar. Son trastornos crónicos o de personalidad, ya que no se han tratado a tiempo y en estos casos se hace un plan de apoyo psicológico individualizado. Puede sufrir estrés postraumático crónico, depresiones, brotes psicóticos, trastornos de la personalidad y efectos colaterales del delito como que no es capaz de tener pareja, no socializa, tiene muchos miedos, muestra conductas obsesivo compulsivas... Por lo tanto, deben acudir a un psicólogo para evitar desarrollar estas patologías que pueden repercutir en su vida. Otra consecuencia muy grave es la repetición del patrón de abuso sexual con otras víctimas. Una de las consecuencias diferente que padecen las víctimas de la Iglesia es que el abuso viene de una persona que transmite creencias, valores y cuestiones espirituales que son la base de la vida de esas personas.

–¿Cómo se hace la intervención con los menores en la Oficina de Víctimas del Juzgado?

–Es un tratamiento confidencial, garantista de su privacidad e individualizado. Lo primero es que el niño se sienta protegido en una sala amigable con personas que utilizan un lenguaje verbal y no verbal que transmita confianza y seguridad. Se inicia con una evaluación muy minuciosa, sin explorar al menor ni hacerle preguntas sobre el delito, intentando evitar la experimentación traumática al recordarlo. Hay que reforzar su autoestima y trabajar con la familia y el colegio.

–En algunos casos de abusos, la Iglesia los ha resuelto con una indemnización a la víctima y apartar al abusador, ¿es suficiente?

–A la víctima se le puede pagar todo el dinero del mundo pero como no sea capaz de tirar para adelante con su mochila, no va a ser posible que se integre en la sociedad de una manera sana. Es importante que reciban atención psicológica especializada. Y en el caso del abusador, dada la reincidencia en el delito debe de ser juzgado y controlado para evitar que haya más víctimas.

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