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Charo López en la plaza Anaya. ARCHIVO
La actriz salmantina Charo López: “Nunca han intentado meterme mano; igual veían que saldrían mal parados”

La actriz salmantina Charo López: “Nunca han intentado meterme mano; igual veían que saldrían mal parados”

“Actuar en Salamanca me entusiasma, pero siempre voy con inquietud”, asegura la charra

Lunes, 26 de julio 2021, 21:39

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Charo López está de vuelta en los escenarios con “Verso a verso”. Y sigue rodando con Chema de la Peña para TVE la película sobre su trayectoria vital.

–En “Verso a verso” hay un recorrido por la poesía española en compañía del barítono Luis Santana y el pianista Víctor Carbajo.

–El público recibe la poesía con mucho gusto y yo, como actriz, nunca he tenido una dedicación tan grande a la poesía, que me resulta sumamente agradable. No solo estar en escena recitando, sino el tiempo que me lleva estudiar y ensayar los poemas, que me resulta muy gratificante.

–¿Vendrá a Salamanca?

–Quiero ir a Salamanca, que es algo que me pone un poquito nerviosa. Siempre voy con un poquito de inquietud. Me entusiasma ir, pese a los nervios. Conozco a todo el mundo, desde la primera fila hasta la última de la platea. Y miro al techo para no encontrarme con caras conocidas porque mi primer impulso es decir “¡holaa!” y tirar un beso, que es algo que no puedo hacer.

–Si tuviera una máquina del tiempo ¿a qué época viajaría?

–Viajaría a los años de Felipe González como presidente, que fueron estupendos para mí: empezamos a vivir, a trabajar, a expresarnos de otra manera. Fue una época gloriosa. Voté a los socialistas entonces y les he seguido votando. Y en esta época estoy contenta y feliz: está todo en orden para mí.

–Está rodando un documental sobre su trayectoria vital.

–Hoy mientras hacía gimnasia he recordado la voz de mi madre cuando me decía: “¡Chari, hija, ven!”. Ahí me está llevando “Imprescindibles” con el salmantino Chema de la Peña. Estoy en un momento de mucha intimidad, con mis recuerdos, mi pasado, mi vida, mis amigas de Salamanca: Marita, Juli, Pili, Gloria; mi matrimonio... Es muy intenso y muy emocionante. Estoy haciendo un gran ejercicio de inmersión. Qué tal saldré de esta, ya no lo sé.

–¿Cómo es Chema de la Peña?

–Siempre que una actriz o actor piropea a un director me resulta sospechoso. Yo no quiero ser pelota, lo digo con la mano en el corazón, pero Chema es maravilloso, dulce, profundo, cariñoso, amigo... Cuando yo lo estoy pasando mal, sabe cortar. Y luego vuelve, que esa es otra... Encontrarme a Chema en el camino me ha hecho muy feliz. Y creo que está haciendo un “Imprescindibles” extraordinario.

–¿De niña quería ser actriz?

–Me gustaba mucho ir a ver las funciones del cole. Recuerdo imágenes de otras niñas haciendo funciones: vestidas de ostras y bailando. Ya de adolescente, me gustaron las funciones que hacía en la Facultad. O sea, que se me veía venir. Y mi madre era una persona tan graciosa, tan extrovertida y tan comunicativa que está en mis genes: algo heredé de ella.

–Fue “Maicena”.

–Me decían “Maicena, dos veces buena”. Los chicos también me llamaban “La Colchón” y “La Lentejas”, aunque nunca he sabido por qué. Llegaba a casa rabiando, llorando, furiosa. Me alegré cuando las monjas me dijeron “Rosario, hay que ir pensando en ponerse faja”. Lo que más me gustaba era llevar faja y sostén. Ser del grupo de las mayores era divino.

–Su belleza ha sido un privilegio para su profesión.

–He tenido la suerte de tener la belleza de mi madre, que no ha sido un mérito mío. La belleza es un arma de doble filo. Es un privilegio que te da la vida y la naturaleza, del que no hay que desdecirse ni un segundo. Y por otra parte, hay que estar muy vigilante: oírlo todo el tiempo es un poquito alienante.

–Como actriz ¿ha tenido que hacer la cobra muchas veces?

–Nunca, lo juro. Cuentan que les ha pasado a todas... A mí, no. Nunca jamás en la vida han querido aprovecharse de mí ni meterme mano. No sé si porque se me veía en la cara que saldrían mal parados...

–¿Ha habido momentos en el que no ha sonado el teléfono?

–Antes de “Los gozos y las sombras” hubo un momento en el que no tenía trabajo. Fui con mi licenciatura a un instituto y me aceptaron, pero cuando se reunieron los profesores dijeron que una actriz no podía dar clases. Decidí darlas en mi casa y di muchas clases: a niños, de bachillerato y a extranjeros de español. Lo pasé muy bien, pero duré poco: el trabajo de actriz me reclamó. Con Gonzalo Suárez y “Ditirambo” me hice profesional. Y desde entonces siempre he estado trabajando en cine, televisión y teatro

–¿Su oficio es como montar en bici?

–De ninguna manera. No creo que exista para ningún actor. Cambian las edades, el físico, los directores.... A mí me costó muchísimo valerme por mí misma si el personaje no era muy fuerte y definido, si el director no era el mejor... A mí sí me llevó tiempo aprender el oficio. O más que aprender el oficio, que ese nunca sabré si lo conozco, el valerme por mí misma suponiendo que las circunstancias no fueran las mejores.

–Sigue al pie del cañón.

–Intenté jugar a ser mujer jubilada y es lo más aburrido que he vivido en mi vida. ¡Qué rollo! He trabajado siempre: el trabajo me ha dado muchísimas alegrías y me he entregado a él con alma, vida y corazón. No lo dejaré mientras pueda.

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