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Javier, Raúl y Juan Jesús hablan de su paso por Proyecto Hombre. OBES
Javier, Raúl y Juan Jesús hablan de su paso por Proyecto Hombre: «Allí aprendí a llorar»

Javier, Raúl y Juan Jesús hablan de su paso por Proyecto Hombre: «Allí aprendí a llorar»

Unos han conseguido superar sus adicciones, otros todavía siguen luchando por hacerlo. Son tres testimonios de las más de 3.000 personas que han pasado por la asociación en Salamanca

Ángel Benito

Salamanca

Domingo, 18 de febrero 2024, 13:09

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Juan Jesús, Javier y Raúl son tres de las 3.000 personas que han sido acompañadas por Proyecto Hombre para superar sus adicciones. Los tres ofrecen sus testimonios de vida con motivo del veinte aniversario de la entidad.

Juan Jesús: «El día que recibió el alta fue el mejor de mi vida

Juan Jesús García no duda en definir cuál fue el mejor día de su vida: «El día que recibí el alta terapéutica y me fundí en un abrazo con Manolo (Muiños). Confiaba más él en mí que yo mismo». Llegó a la comunidad terapéutica en «el pozo» tras años continuados de adicción a la cocaína y en un momento en el que estaba a punto de perder todo aquello que quería. Entro envuelto en sentimientos de «miedo, vergüenza y culpa» en los que las ganas de huir nunca se frenaban. Estuvo cuatro años luchando contra las adicciones, pero también contra sí mismo. El día del alta fue el que la mitología griega recuerda como el Ave Fénix, regenerado de sus cenizas. «Es como si hubiera vuelto a nacer, a vivir y a disfrutar de la vida». Todavía recuerda como la hija de su pareja le abrazaba y presumía de aquella hazaña que había supuesto dejar atrás las adicciones. Todo había cambiado en él. Sobre todo, se había perdonado a sí mismo.

Alos pocos meses, empezó a trabajar en el taxi. Fue con la verdad por delante ya que aún asistía a encuentros terapéuticos. No se podía dar marcha atrás. «Las mentiras ya no eran una opción. Fui con la verdad por delante y le conté todo lo que había pasado y lo entendió perfectamente», reconoce.

Han pasado siete años desde que le dieran el alta, pero reconoce que bajar la guardia no puede ser nunca una opción. «Ya no pienso en la droga, pero siempre tienes que estar vigilante», asume. En Proyecto Hombre creo una segunda familia a la que sigue asistiendo de voluntario cuando se lo permite su trabajo. Mira a los jóvenes que tiene delante y que tienen el camino por recorrer que él ya anduvo:«Se puede aunque sea duro».

Javier: «En Proyecto Hombre aprendí a llorar»

Javier de Castro no recuerda lo que era llorar antes de entrar en Proyecto Hombre. Esa emoción no existía. La había ido relegando a una sensación extraña que ahora experimenta casi a diario. Este joven vallisoletano empezó tarde a probar las drogas. Empezó con los «coqueteos» de los fines de semana. «No empecéis porque todo va a más», dirige a los jóvenes que le lean. Pronto su adicción a la cocaína le empezó a pasar facturar. «A la hora de relacionarme era muy agresivo. O hacía bromas o replicaba con lo primero que se me venía a la cabeza sin pensar», describe. Dio positivo en un control de drogas y su burbuja comenzó a quebrarse. Su familia nunca le dio la espalda y le puso en contacto con los Pavonianos de Valladolid, que a su vez contactaron con Muiños en Proyecto Hombre. Reconoce que los inicios «son muy duros», pero asume que estos cuatro meses que lleva de trabajo duro le están sirviendo para «aprender a afrontar situaciones complicadas». «Yo empecé con un consumo social, pero no necesitaba a la gente. Yo solo me ponía a consumir para aislarme de los problemas del mundo».

Ha aprendido a expresarse y a llorar. «Nunca llegue a pensar que podría ser capaz de llorar tanto. Estoy haciendo un trabajo para aprender a manejar mis emociones y a afrontar el daño que he hecho. Tengo mucha suerte porque mi familia sigue ahí apoyándome», reconoce.

Javier sigue trabajando cada día en su desarrollo personal. Quiere completar todo un camino que no está exento de dificultades. Como el funambulista en el alambre, sabe que dudará, pero quiere llegar hasta el final y completar el proceso en Salamanca. Mañana, volver a su profesión de mecánico de maquinaria agrícola.

Raúl: «Tenía 12 años cuando probé la droga»

Apenas había cumplido 12 años cuando probó por primera vez la droga. Raúl Carabias lo convirtió en una rutina habitual los fines de semana a la que se refugió aún más cuando tuvo la pérdida de su abuelo. Tenía 15 años. «Todo fue hacia el abismo. Descuidé los estudios para ponerme a trabajar, pero todo lo que ganaba era para el consumo». No era ninguna droga específica y todas a la vez. Empezó a dar de lado a su familia, se fue de casa y de pronto se vio en el abismo tras discutir con su compañero de piso y acabar en la calle. Era su punto de inflexión. «De pronto me veía en la calle sin nada. Tuve que volver a casa sin empleo, inestable sin tomar la medicación y muy deteriorado. Fue muy duro ese regreso porque yo me fui de casa con un ego muy alto».

Tras caer en el pozo, ingresó en Proyecto Hombre y estuvo cinco meses y medio. Tuvo una falsa sensación de seguridad que le empujó a dejar la rehabilitación a medias. «Se me enciende la mecha demasiado rápido y me marché. Fue un error porque a los dos meses recaí», reconoce. Dos claves en esa recaída: empezar a concederse pequeños «permisos»con el alcohol que desencadenaron al regreso a las drogas. Hace cuatro días volvió a Proyecto Hombre. Tiene 20 años y toda una vida por delante. Su primer objetivo: «No quiero volver a ver a mi familia sufrir. Tengo hermanos pequeños y quiero ser un referente para ellos».

En su primera reunión con el terapeuta se obligó a sacar toda la frustracción. «Ya me he pegado un buen batacazo y no quiero que vuelva a pasar», asume. Por ello quiere que las drogas dejen de estar presentes en su vida. Que no sea con lo que sueña y se despierta. Vuelve a empezar.

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