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Esther del Brío. ARCHIVO
El lado más íntimo de la senadora Esther del Brío: “Tengo en el cajón una novela en la línea de ‘A tres metros sobre el cielo’”

El lado más íntimo de la senadora Esther del Brío: “Tengo en el cajón una novela en la línea de ‘A tres metros sobre el cielo’”

“Puedes ser criptomillonario un día y dejar de serlo al día siguiente”, asegura

Viernes, 6 de agosto 2021, 20:37

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Esther del Brío, senadora del PP por Salamanca y catedrática de Economía Financiera, ultima un libro de cuentos.

–Entiende catalán.

–Hemos estado dos años sin venir de vacaciones a Cataluña por la pandemia. Estuve aprendiendo catalán con un programa, que se lo ponía a los niños para otras cosas, pero paré porque se me estaba olvidando el francés. Y en el Senado estamos oyendo catalán todo el día y no uso el traductor.

–Ha sido muy viajera.

–Los primeros viajes eran a Portugal con las amigas, de Oporto a Faro, cuando las pesetas nos daban tantísimo de sí. Con 20 años me fui sola a Brighton, en la costa sur de Inglaterra. Estando en Lyon en 1994, cuando era becaria de investigación de la Universidad de Salamanca, dijimos: “Vamos a París a ver a Induráin en el Tour” y nos recibieron en la embajada, con Perico Delgado de maestro de ceremonias...

–Cambrigde le cambio la vida.

–Hice un Máster en Finanzas. Y luego he vuelto mucho a Cambrigde, a Oxford y a las universidades londinenses. Es una cultura que me gusta, nunca me he sentido excluida, y es una puerta abierta a los alumnos de todo el mundo, de la Commonwealth, del Mediterráneo, de los países hispanos... Me pude haber quedado en Cambrigde a hacer el doctorado, porque tenía la nota, pero se me acababa la beca en la Universidad y tenía que intentar consolidar mi posición. Me fui y pagué un precio importante, pero no me arrepiento. Nunca miro atrás.

–Fue una experiencia que le dejó una gran huella.

–Para tener apertura de miras. Cuando te discuten si defiendes la diversidad o no... Me considero ciudadana del mundo: he conocido muchas culturas a las que he respetado y a mí me han respetado. No me he hecho mal a nadie; si me he metido con alguien ha sido para defenderme.

–También fue a Australia.

–He recorrido todo el mundo con los congresos de investigación de la Universidad de Salamanca porque el 80% del trabajo del profesor universitario es investigar. El viaje más llamativo fue Australia en una época en la que nos pagaban pocos gastos y yo me gasté el primer sueldo de ayudante para ir a Australia. Ese año eligieron Australia porque iban a ser las Olimpiadas. Era diciembre de 1999 y todos los ojos estaban puestos en Australia por el efecto 2000 y el cambio de dígito.

–Para usted sería sencillo ser ahora criptomillonaria.

–[Risas]. Habría sido sencillo. Haber invertido cuando pocas personas conocíamos las criptomonedas. Pero soy un ave raris y no quise hacerlo para no apoyar un activo que ahora solo es especulativo. Probablemente, son los activos más volátiles del mercado, con lo cual puedes ser criptomillonario un día y no serlo al día siguiente.

–Es autora de “Un beso en la frente”, obra para concienciar sobre la violencia de género.

–Viví una experiencia en Madrid. Una mujer se subía al coche de su expareja y su madre le gritaba, en la mitad de la calle, que no lo hiciera, que la iba a matar. La señora se cayó al suelo y cuando me acerqué a ayudarla ella fue consciente de que estaba en mitad de la calle, de que se había dejado llevar y de que había público. Hicimos contacto visual y como miró para otro lado, no la ayudé. No vi nada en la prensa en días posteriores, pero me fue creciendo una bola y una noche que estaba inquieta me levanté de madrugada, me puse a escribir y me salió todo del tirón, salvo el final. Escribí a mano, que me ralentiza porque luego lo paso a ordenador, y lo dejé en un cajón.

–Con los años publicó el libro y ha habido una versión teatral.

–Fue un acierto incluir las ilustraciones de Pilar Vega, que facilitó convertir la obra en una exposición. Desde que llegó a México, donde la UNAM está hermanada con la Universidad de Salamanca, abrió muchas conciencias, ha tenido mucho peso y nos llamaron para hacer una versión teatral, algo que ya habíamos pensado en Salamanca, pero nos tomaron la delantera. Solo que cuando llevaban seis meses escasos con las representaciones llegó la pandemia.

–Tiene entre manos una nueva publicación no académica.

–Cuentos para enseñar a los niños economía. Tengo dos hijos y a la mayor le tocó la crisis de 2008. Un día, en mitad de los fuegos artificiales de la Virgen de la Vega, me preguntó cuánto costaban los fuegos y quién los pagaba. En el libro explicamos qué es un banco, qué es ahorrar, qué es una empresa ecológica... Estaban escritos para mis hijos y como no los han visto publicados, me he lanzado a la autoedición. Espero estar presentando el libro, también ilustrado, en septiembre u octubre.

–¿Y algo en el cajón?

–Una novela medio adolescente, en la línea de “A tres metros sobre el cielo”, para acompañar a mis hijos en su proceso de crecimiento. Pero luego te da vergüenza mandarla a publicar.

–En su perfil de Twitter dice que es aprendiz de cantante.

–Hace un par de años una amiga me animó a entrar en su coro. ¡Cuando fui a hacer las pruebas era el Coro Ciudad de Salamanca! Hemos tenido pocos conciertos por la covid, pero este año hemos tenido clases de canto en grupos pequeños y lo disfruto mucho. Ahora no, que de dar clase con mascarilla se me han deshidratado las cuerdas vocales y estoy con ejercicios de foniatría.

–¿Cómo se enroló en política?

–Me llamaron de parte de Javier Iglesias y pensaba que buscaban una colaboración entre la Universidad y Diputación. Me quedé muy sorprendida con la propuesta. Lo tuve que pensar porque era un cambio importante en mi vida. Y creo que ha merecido la pena y aunque ha habido poca actividad parlamentaria, el Ministerio sí está sacando adelante nuestras medidas. Yo voy a seguir echando el resto, pero mi futuro lo sigo viendo en la Universidad.

–¿Disolvemos el Senado?

–Quien ataca a una institución nunca lo hace gratuitamente. Ningún mensaje político es inocente. El Senado cumple un papel de cohesión territorial muy parecido al que puede estar ejerciendo la Corona. Sin estas dos instituciones, sería más difícil mantener la unidad territorial.

–¿La tierra gira más despacio para una polifacética Esther del Brío, con días de más de 24 horas?

–No. He aprendido a ser muy eficiente. Y mis aficiones están muy orientadas a la creatividad... Al gimnasio voy muy poquito y necesitaría ir más.

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