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El vallisoletano Alejandro Centeno, estudiante en la Universidad de Salamanca, irradia seguridad junto a su perra guía, Usera. Ambos forman, desde hace poco más de un año, un equipo inseparable y fiel. “Ella es quien está conmigo día a día, quien me lleva, quien ... me acompaña, quien me da seguridad”, describe el joven, que está completamente ciego. A través de Usera, Alejandro logra tener la intimidad y autonomía propia para sus 26 años, hecho que ignora la gente que considera que “esto es explotación animal”.
De un tiempo a esta parte, un sector de la población piensa que los perros guías sufren maltrato, según destaca indignado Alejandro. “Hay que tener en cuenta que los estándares de salud son muy altos, están muy controlados y muy sanos. Y yo la quiero con locura”, indica.
Además de su función como guía, Usera tiene tiempos de absoluto disfrute: “Vamos juntos a todos los lados, pero eso no quita que le des sus espacios de perro. Yo me voy con ella al parque a que corretee, que disfrute, a que juegue, me la llevo de viaje”. De hecho, Alejandro destaca que para él “no es una herramienta”: “Usera es parte de mi vida, es como un anexo a mí”.
La perra no es la primera que acompaña a Alejandro, ya que anteriormente tuvo a otro labrador que ahora disfruta de su “jubilación” con una familia. Para que ambos llegaran a la vida del joven fue necesario pasar por varios procesos, tanto por parte de los animales como por parte de Alejandro.
En este sentido, indica que para ser apto para tener perros guía tuvo que pasar por una evaluación de movilidad donde es necesario manejar bien el bastón o donde te evalúan la condición visual, entre otras cosas. “Si te dan la condición entras en una lista de espera que es muy larga, con una media de 3 a 4 años”, detalla. No obstante, remarca la importancia de la utilidad de los perros guía y l o que merecen la pena para una persona ciega. El proceso para tener otro perro, porque el anterior haya tenido que jubilarse o tenga alguna patología que le impida ser guía, es más corto, con una duración de aproximadamente un año. “Cuando ya eres usuario tardan menos porque ya es parte de tu apoyo personal y ya sabes lo que te va a dar el perro”, comenta.
Los animales, por otra parte, pasan por una etapa de cerca de dos años donde reciben adiestramiento social y de instrucción guía. Primero, con una familia de adopción se trabaja la vida en sociedad, donde pueden entrar ya a todos los espacios con los cachorros y, después, unos meses de adiestramiento para que puedan ser guías. Esto permite que, cuando tiene el arnés puesto, Usera por ejemplo, esté centrada en su trabajo pero cuando el joven se lo retira, ella dé rienda suelta con despreocupación a pedir caricias de cuantos haya alrededor.
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