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El gaditano José Antonio dándose un paseo por Salamanca. ALMEIDA

«La droga y el alcohol me destruyeron. Acabé en la calle»

José Antonio comenzó su contacto con el alcohol a una temprana edad y llegó a Salamanca arrastrando sus problemas y «sin sentirse libre». Nunca pensó que, en la capital salmantina, encontraría esa libertad que había perdido

Clara Delgado

Salamanca

Lunes, 26 de mayo 2025, 06:30

«Nunca pensé que podía salir de este agujero negro». José Antonio lleva casi cinco meses sin consumir ni drogas ni alcohol, un logro que nunca había conseguido en sus 58 años de vida. A pesar de ser gaditano —concretamente del municipio de La Línea de la Concepción—, nunca imaginó que su vida daría tantas vueltas y acabaría en Salamanca, concretamente en el centro de acogida Padre Damián, donde le proporcionan comida, medicinas y un techo bajo el que poder resguardarse.

José Antonio nació en Cádiz y recuerda su contacto con el alcohol desde una edad bastante temprana. Concretamente, alrededor de los diez años ayudaba a sus padres en el restaurante donde trabajaban. «Yo ponía bebidas a los pescadores que venían de trabajar, y empecé a probar ahí el alcohol. Les servía bebidas a ellos y también me ponía algo para mí», relata, explicando que, a los catorce años, ya acostumbraba a beber copas.

Aunque al principio no lo vio como un problema, su dependencia del alcohol fue creciendo. «He cotizado catorce años en España. Después me fui a vivir a Alemania por trabajo, donde conocí a mi mujer, con la que tuve tres hijos. Mis problemas fueron aumentando y mi mujer terminó dejándome. Ahí fue cuando realmente fui consciente de que tenía un problema con el alcohol», recuerda, recalcando que fueron momentos muy difíciles, ya que su mujer «lo era todo» para él.

Ante esta situación, José Antonio decidió viajar a Finlandia. «Allí conocí a un cura que me habló de volver a España. Él vio que tenía un problema y por eso me recomendó un lugar en Zamora donde poder tratarlo», describe. Así, siguió su consejo y regresó a España. De ese lugar en Zamora no guarda buen recuerdo, por lo que se aventuró a venir a Salamanca.

Cuando llegó a la capital del Tormes, vivía en la calle. «Acabé en la calle. Ha sido de lo más duro. Yo estaba acostumbrado a la libertad», se lamenta. Todo cambió cuando unos agentes de la Policía Local de Salamanca lo vieron. «Yo pensaba que me iban a detener, pero me invitaron a un café para que les contara mi situación. Desde ahí empezaron a ayudarme», explica.

Desde entonces, comenzó su contacto con organizaciones como Cáritas y Espacio Abierto. «Empecé a darme cuenta de que las personas con dependencia no son libres, y eso me pasaba a mí», cuenta. «En Cáritas hacía muchas actividades y terapias que me ayudaban, además de ponerme en contacto con médicos que me ayudaban a ir solucionando todos los problemas de salud que tengo. Además, he sacado dos amigos de allí, y diría que una de las cosas más importantes para poder superar esta situación es relacionarse con personas buenas, que te ayuden. Y eso ha sido lo que me ha pasado a mí», explica, hablando con gratitud de Salamanca y su gente, gracias a la cual ha empezado a ver «la luz al final del túnel». «Andrés es uno de mis amigos de aquí. Es una de las personas que más me ha ayudado a salir de esto», reconoce, dejando claro que tiene pensado continuar su vida en Salamanca.

Ahora, José Antonio lleva casi cinco meses sin probar el alcohol, vive en el centro de acogida Padre Damián y ha recuperado el contacto con su familia. Un hecho del que se siente orgulloso y con el que está dispuesto a empezar «su nueva vida».

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