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Peter O`Grady, durante su estadía en el Colegio de Fonseca. L. G.

Cuando la fe se disfrazó de mujer para huir de la represión

Durante los años 30 el religioso de origen irlandés Peter O'Grady, que había estudiado en el Colegio de Fonseca, se vio obligado a escapar del país para salvar su vida

Domingo, 15 de junio 2025, 10:52

Una oscura noche de los años 30 una mujer sale del edificio que es actualmente la Hospedería de Fonseca. Lleva un pañuelo en la cabeza que le oculta el cabello y parte del rostro. Camina lento y encorvada, mirando con sigilo a todos lados, como si alguien la estuviera persiguiendo. En su cabeza una herida gotea sangre.

La escena podría ser la trama principal de una vieja película. Sobre todo, cuando se descubre que la vieja no es en realidad una mujer, sino el sacerdote Peter O'Grady que se esconde bajo varias capas de ropa para huir de la represión que amenaza su vida.

Así han imaginado la escena todos sus vidas Thomas O'Grady y su hija Tara, sobrino y sobrina-nieta del sacerdote de origen irlandés Peter O'Grady que estudió en el Colegio de Fonseca entre 1929 y 1933 y que se vio obligado a huir del país para salvar su vida.

Casi 100 años después de que Peter O'Grady recorriera las calles de la capital charra, y coincidiendo con el aniversario de su nacimiento, su sobrino y su sobrina- nieta visitan Salamanca en busca del legado de su tío. Un sacerdote que marcó la vida de muchos y cuya historia es tan apasionante como misteriosa.

«Hubo muchas cosas que mi tío no quiso contarnos. Creemos que fue porque para él fue un momento traumático y no quería revivirlo. Sabemos que estuvo preso, que fue herido y que tuvo que disfrazarse de mujer para poder escapar, pero cómo salió de la prisión o si alguien lo ayudo es un misterio», relata Tara O'Grady, sobrina-nieta.

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La escueta información de la que disponen los O'Grady viene de una carta que el sacerdote escribió a sus familiares una vez pudo ponerse lejos de las garras de sus perseguidores en el extranjero y de la poca información que lograron extraerle en vida.

Por estos medios, los O´Grady saben que el padre Peter se fue de su Irlanda natal para estudiar en Salamanca, que llegó a conocer al entonces rey de España Alfonso XIII, que fue herido en la cabeza durante el tumultuoso periodo que tuvo que huir del país, que escapó de Salamanca y que una gran cantidad de sus compañeros de estudios fueron asesinados.

«Nos contó que 70 de sus compañeros de clases, amigos y conocidos fueron asesinados durante la guerra civil y el franquismo. También una vez me dijo que tuvo que caminar entre cuerpos para salvar su vida, pero no sé cómo logró escapar. Sabemos que el rey ayudó con dinero a los sacerdotes irlandeses para que se fueran del país. Creemos que él recibió parte de ese dinero y con eso se fue. Tuvo que caminar hasta la frontera. También sabemos que tenía una herida en la cabeza, pero no sabemos si fue que le dispararon al intentar huir o que lo golpeó algo durante una explosión», cuenta Thomas.

Después de eso los O`Grady pierden el rastro de Peter por Europa hasta que llega a su Irlanda natal desde donde parte en un barco camino a Nueva York, para reencontrarse con su hermano, el padre de Thomas O'Grady.

En busca del legado de «mi tío»

Sin embargo, la apasionante historia de Peter O'Grady no termina tras su llegada Estados Unidos. Después de huir de Europa y ponerse a salvo en América, el sacerdote se trasladó Oregón para trabajar con los nativos americanos. «Todo el mundo lo quería. Era un sacerdote diferente. Amaba cantar y contar chistes. El resto de su vida la vivió entre los nativos americanos, las caravanas de gitanos y las personas con adicciones o problemas. Ayudaba a todo el mundo, pero no era un sacerdote que te regañaba, sino como un hermano que te entendía. Además, siguió siendo un aventurero toda su vida. En el campamento jesuitas en el que estaba no podían salir, pero él le decía a sus superiores que se iba a ir a cazar tres semanas al bosque y se escapa para viajar. Era el sacerdote que mentía, amaba cantar y contaba chistes», recuerda Thomas O'Grady que junto a su hija, Tara, visita Salamanca para conocer más sobre el pasado de su tío.

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«Ninguno de los dos conocía Salamanca. Era un viaje que siempre habíamos querido hacer porque hay muchas cosas sobre los años que mi tío estuvo en Salamanca que son un misterio y pensamos que si veníamos podíamos descubrir algo más. En 2020 yo iba a venir sola, pero la pandemia me obligó a cancelar el viaje. Y este año mi padre me dijo: quiero que me lleves a Salamanca. Fue como si el destino estuviera esperando para traernos juntos. Buscamos pasajes para la fecha del nacimiento de nuestro tío y nos vinimos. El día de su cumpleaños cenamos en el Colegio de Fonseca. Justo en ese momento sonó la canción 'Every Breath you Take', que dice: siempre estaré mirándote. Fue muy emocionante, como una señal mágica», relata Tara O'Grady.

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