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Martes, 27 de mayo 2025, 10:47
Las revueltas a lo largo de la historia siempre han sido algo recurrente, pero tradicionalmente habían sido los hombres los que lideraban esas expresiones populares de enfrentarse al poder establecido. Todo esto cambió en Salamanca en 1733 con el motín de las mujeres de Salamanca. El escritor Juan Carlos López Medina en su último libro 'Historias y Leyendas de Salamanca' recuerda este episodio histórico.
A continuación, el pasaje en el que Juan Carlos López Medina narra qué sucedió en las calles salmantinas:
«El motín de las mujeres de Salamanca, también conocido como el motín de los Bustos, es un episodio popular que ocurrió en la ciudad en 1733. Este evento tiene una fuerte significación social y política, ya que fue protagonizado mayoritariamente por mujeres, algo inusual en las protestas de la época.
En el siglo XVIII, Salamanca atravesaba una crisis económica derivada de las dificultades en la agricultura y de los altos impuestos, lo que afectaba principalmente a las clases populares. El Ayuntamiento de Salamanca decidió encargar nuevos bustos o esculturas para los reyes Felipe V e Isabel de Farnesio en el contexto de celebraciones relacionadas con la monarquía. Estos bustos iban a ser colocados en la Plaza Mayor de la ciudad, pero el coste de su realización y colocación representaba una carga económica para la población ya empobrecida.
La construcción de los bustos fue vista como un gasto innecesario e injusto, especialmente cuando la población estaba sufriendo de escasez de alimentos, al-tos impuestos y una situación económica precaria. La gota que colmó el vaso fue el anuncio de que se iba a cargar los costos de los bustos a los ciudadanos.
El 19 de marzo de 1733, un grupo de mujeres, cansadas de la situación económica y la percepción de injusticia por parte de las autoridades locales decidieron rebelarse. Se organizaron y tomaron las calles de Salamanca, marchando hacia el Ayuntamiento y manifestando su oposición a los gastos en los bustos reales.
La protesta se intensificó cuando las mujeres irrumpieron en las dependencias armadas con utensilios domésticos, palos y otros objetos improvisados. La furia de las manifestantes fue tal que destruyeron los bustos reales, que aún no habían sido colocados. Este acto de vandalismo era una forma simbólica de mostrar su rechazo al derroche de recursos públicos en obras que no beneficiaban al pueblo.
Las autoridades locales intentaron restablecer el orden, pero la fuerza de la protesta hizo que los proyectos relacionados con los bustos se suspendieran temporalmente. A nivel social, este motín fue un ejemplo de la capacidad de organización y acción de las mujeres, que normalmente no tenían un papel destacado en las protestas públicas de la época. Por eso, el motín de las mujeres de Salamanca es recordado no solo por la destrucción de los bustos, sino también como un símbolo de la lucha popular contra la opresión y el mal uso de los recursos públicos».
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