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Barrio chino en el año 1997. ARCHIVO

De los lupanares, la droga y las calles embarradas, a zona cotizada. La historia del barrio Chino de Salamanca

El barrio de los Milagros, Los Caídos o Chino fue el de la miseria, los burdeles y la droga hasta que a principios de los 90 se inició el derribo de las viviendas más humildes y se estrenó el Palacio de Congresos

Jueves, 10 de diciembre 2020, 11:04

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Fue desde 1992 que se inaugura el Palacio de Congresos en la Vaguada de la Palma cuando se acelera la recuperación y renovación de un barrio hasta entonces de miseria, drogas y burdeles. El barrio de los Milagros, conocido después como Los Caídos y después barrio Chino ha sufrido una de las transformaciones más espectaculares y recientes de la ciudad.

A finales del siglo XIX era ya la zona más mísera de Salamanca. Todo el área situada en el extremo suroccidental de la capital había quedado desierta después de los estragos de la guerra de la Independencia y de las leyes desamortizadoras de mediados del XIX. Donde hasta principios del XIX se alzaban conventos, iglesias y colegios universitarios, años después sólo quedaban escombros y ruinas. De ahí el nombre de Los Caídos.

La profunda crisis en la agricultura llenó la capital de jornaleros de los pueblos que buscaban trabajo en la ciudad a finales del XIX. En un primer momento se instalaron en el cerro de San Vicente donde empezaron a edificar viviendas sin control, reutilizando los materiales de las ruinas que todavía ocupaban la zona. Casas sin ventanas y chozas donde reinaban el hambre y la miseria.

Vista del barrio de los Milagros. | FILMOTECA DE CASTILLA Y LEÓN/LUIS HUEBRA

Esta situación se mantuvo a lo largo del siglo XX, convirtiéndose durante la Guerra Civil en el popular barrio Chino salmantino, cuando los burdeles y tabernas conocieron su máximo apogeo.

En las últimas décadas del siglo muchas de las viviendas quedaron abandonadas y el barrio se fue convirtiendo en un conjunto de edificaciones ruinosas ocupadas por grupos marginales. Su lenta recuperación comenzó a principios de los ochenta con los bloques de viviendas de Moneo.

Pese a ser un foco de drogadicción en los 90 los constructores vieron futuro en una zona que ahora está muy cotizada

En 1984 se redactó un plan especial, obra del arquitecto Fernando Contreras Gayoso, que introduce una ordenación que suponía romper con el esquema de San Vicente. Por esta época ya se había comenzado a gestar la idea de construir un Palacio de Congresos aunque la obra no se inicia hasta 1987. Un edificio que contribuyó a acelerar la metamorfosis de toda la zona.

Barrio de San Vicente en los años 90 con escombreras y casas bajas en mal estado.

Entre los años 1987 y 1991, siendo alcalde Fernando Fernández de Trocóniz y concejal de Urbanismo, Julián Lanzarote, se derriban las primeras casas de la calle Empedrada, en plena Vaguada. La decisión municipal, amparada por un decreto de alcaldía firmado en julio de 1990, no estuvo exenta de polémica y no fue fácil meter la pala excavadora el 31 de agosto de ese mismo año. A pesar de que con muchos de los moradores de esas “chabolas” ya se había llegado a un acuerdo, cuando llegó el momento, la Policía Local fue recibida con bronca y amenazada con hachas, horcas y palos.

El boom inmobiliario de este barrio se produjo en los años 90-92. Pese a ser un foco de drogadicción por la irrupción de la heroína, hubo constructores y promotores que vieron el futuro que con el tiempo tendría esta zona y se arriesgaron a invertir. Y aunque en los primeros años costaba vender, ahora es una de las zonas con los precios más elevados y más cotizadas por su cercanía con el centro de la ciudad.

Barrio chino en el año 1997.

No fueron fáciles los inicios en aquella resurrección del barrio. Nuevos edificios como el Conservatorio Profesional de Música de Salamanca inaugurado en 1992 en Tahonas Viejas, compartieron calle durante sus primeros años con los últimos burdeles que se resistían a desaparecer.

La única zona que ha quedado libre de construcciones en este barrio salmantino es el extremo meridional del cerro de San Vicente donde la presencia de importantes restos arqueológicos ha hecho que se reserve para el parque arqueológico y museo de la ciudad.

Las calles del pecado y las drogas

El barrio Chino era el barrio del pecado. A pesar de que la prostitución era despreciada y perseguida, el barrio gozó de gran popularidad, especialmente a partir de la Guerra Civil, aunque sus “moradoras” tuvieran que sufrir los intentos evangelizadores de un jesuita, el padre Portillo, y de un policía, el comisario Lanceyro. Dos guardianes de la moral que irrumpían cada noche en los prostíbulos de la zona para inspeccionar aquellos escenarios de lujuria y salvar el alma de aquellas pecadoras.

Urbanización de los accesos al Palacio de Congresos en 1992.

Muy conocido era el llamado “Sifilicomio”, situado en uno de los edificios de la actual calle Ramón y Cajal, donde estaban obligadas a acudir semanalmente todas las mujeres que ejercían la prostitución en Salamanca. En aquel local un médico pasaba consulta con el fin de evitar enfermedades de transmisión sexual y todas las mujeres debían contar con una especie de cartilla para las revisiones periódicas.

Famosos toreros, ganaderos, militares, artistas y gentes de la alta sociedad frecuentaban el Chino

Las “madames” más conocidas como la Petra, la Balbina o la Margot regentaban los locales más animados que se concentraban en las calles Esgrima y Sierpe. Margot era además protectora de otro de los personajes más vinculados al barrio como fue Rafael Farina, que comenzó allí su carrera siendo apenas un niño. Se dice que Margot fue la primera persona no familiar que orientó a Rafael Farina, que lo acogió en su casa, le vistió y le enseñó a peinarse, utilizar aseos y “hasta cortarse las uñas” como confesaba el mismo Rafael.

Las noches de desenfreno que protagonizaron salmantinos y “forasteros” tenían como escenario locales míticos como “Las cinco estrellas”, “La Merche”, “La casa del número 4”, “El Columba”, “Casablanca”, “Florida”, “Los Charros” o el “Bar Sol”.

Durante la Guerra Civil, los locales más concurridos por los soldados eran: “Las cinco estrellas” regentado por la Balbina y la casa de la ‘madame’ la Pitecos. En Tahonas Viejas, donde hoy se alza el Conservatorio Profesional de Música y algunos alojamientos hoteleros, se ubicaba “La casa del número 4”, donde se mudaron un grupo de prostitutas para trabajar por libre tras abandonar la casa de la ‘madame’ Petra Fernández Bravo, más conocida como Doña Petra por su fuerte carácter.

Fue el centro de la vida salmantina desde los años 40 hasta mediados de los 70. En los 80 empezó su ocaso por las drogas

Uno de los últimos reductos del barrio Chino cuando el Ayuntamiento decidió demoler las casas del barrio de San Vicente fue el “Bar Sol” que se encontraba en el chaflán de las calles Cervantes y Ancha y que fue derruido en enero de 2008.

Famosos toreros, ganaderos, militares, artistas de conocido y reconocido prestigio y gentes de la alta sociedad frecuentaban las noches del Chino. Porque no era sólo prostitución, sino también se cantaba, se bailaba y se tomaban copas hasta la madrugada. Allí no sólo hacían dinero los locales, sino también los taxistas, a los que se les respetaba y se les trataba bien. Fue el centro de la vida salmantina desde los años cuarenta hasta mediados los setenta. El ocaso del barrio llegó en los años ochenta cuando la zona se convirtió en centro del tráfico y consumo de drogas, sobre todo heroína.

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