Las claves para saber si el pescado es fresco: «Mucha gente no se fija en esta parte»
Manuel López, pescadero del Mercado de San Juan relata a LA GACETA cómo debe ser un pescado en buenas condiciones
Ir a la pescadería puede ser toda una lotería para quienes no tienen costumbre. Aunque muchos clientes veteranos ya saben a qué puesto acudir y reconocer un buen género, nunca está de más conocer las señales que garantizan que el pescado está realmente fresco.
Por suerte para los consumidores y los recién independizados que quieran disfrutar de las delicias que nuestros ríos y mares ofrecen, el pescadero del Mercado de San Juan, Manuel López, revela cuatro claves fundamentales para que no nos den, como se suele decir, gato por liebre.
Lo primero en lo que hay que fijarse es en el ojo del animal, «que esté vivo y que no se hunda», tal y como señala López. Es decir, que sea claro, transmita lucidez y tenga la pupila negra.
El cuerpo también revela la calidad de su estado: hay que observar que tenga «todas las escamas» y sea «brillante», ya que eso indica que su piel guarda firmeza y rigidez.
Después hay que desviar la atención a las «agallas» que se corresponde con la zona de las branquias, una parte en la que, según cuenta López, «mucha gente no se fija». Esta debe ser de color rojo intenso. En caso de ser grisacea o amarillenta el pescado no está en sus mejores condiciones ya que ha perdido el color propio de una sangre fresca.
Por último, conviene observar la falda, entre la cabeza y la cola, debajo del lomo. Dependiendo del pescado debe ser de color «blanco o rosáceo», ya que si tiene manchas o es oscura es señal inequívoca de que el pescado no está fresco.
Con estas cuatro claves se evita malgastar el dinero en productos de baja calidad cuando se acude a la pescadería.