La clausura se apaga en Salamanca: cierre de diez conventos en una década
La salida de las Oblatas de Salamanca confirma la dificultad para la supervivencia de los monasterios dedicados a la vida contemplativa
El obispo de Salamanca, José Luis Retana, despedía a las Oblatas del Cristo Sacerdote tras 75 años de oración ininterrumpida por los sacerdotes de Salamanca. Entre las rejas, las últimas siete religiosas del Monasterio de Santa María de la Vega oraban en la eucaristía por la solemnidad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote, la razón de su carisma desde que se instalaron en el corazón universitario del Campus Miguel de Unamuno.
La congregación religiosa femenina de clausura abandonará Salamanca con destino a otros lugares donde están presentes en el país, aunque en este caso el espacio será ocupado por una institución de vida activa, aún por hacer público. En menos de una década han sido diez los monasterios de la provincia que han cerrado sus puertas o en el que, al menos, se ha apagado la vida contemplativa que se encontraba tras las rejas de la clausura. La capital, debido al elevado precio del mantenimiento de los edificios que están declarados Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de Monumento han precipitado sus salidas.
Entre las causas se encuentra fundamentalmente la elevada edad de las religiosas con una media que superaba los 70 años en los conventos cerrados, lo que ha provocado que se haya bajado el ritmo de producción de los productos que se ponían a la venta, además de que las monjas más jóvenes se tenían que encargar al 100 % de los cuidados de las veteranas. Hay que tener en cuenta además que las pensiones mínimas que cobran se convierten en el principal sustento de las religiosas. En su día, la Diócesis de Salamanca anticipó el dinero a las monjas de los conventos de clausura para regularizar su situación y que pudieran percibir un pequeño subsidio cuando cumplieran los 65 años.
En el caso de la capital, durante la última década se ha producido una sucesión de cierres debido sobre todo a la elevada edad como en el caso de las monjas cistercienses en 2015 el Monasterio de las Bernardas, donde aún, a día de hoy, llega el Cristo del Perdón en la noche del Domingo de Ramos y se custodia todo el año.
Lo mismo ocurrió a las Esclavas del Santísimo Sacramento que compartían capilla junto a la cofradía decana de la Semana Santa: la Vera Cruz. Dejaron la ciudad sin que fueran sustituidas y desaparecieron las rejas que separaban su espacio del resto de actividad de la capilla.
La congregación de las Clarisas, las más numerosas en Salamanca, también perdió dos conventos en la ciudad por la reorganización que esta orden está realizando a lo largo de todo el país. Primero, fue el histórico monasterio de Santa Clara, uno de los golpes más duros a la vida monástica ya que el histórico convento había alojado a religiosas de las Claras durante más de ocho siglos. Solo quedaban cuatro religiosas que entraron en la adolescencia y salieron cuando ya tenían 96 y 97 años del convento con destino al también salmantino del Corpus Christi. Lo mismo ocurrió en el caso de las Clarisas que ocupaban el convento de las Úrsulas, donde compartían devoción con la Seráfica Hermandad de Nazarenos del Santísimo Cristo de la Agonía.
Con la salida de las Oblatas de Salamanca, solo quedarían siete conventos de vida consagrada en la capital. En concreto, la mayoría son Clarisas —Isabeles, Corpus Christi y Purísima Concepción— a las que se suma Dominicas, Agustinas Recoletas, Franciscanas de la Tercera Orden y Salesas Reales. El cierre de los conventos también ha afectado a la provincia con la sucesión de cierres de conventos como ocurrió con la salida de las Carmelitas, de Ledesma; o el monasterio de Santa Clara, también en Ciudad Rodrigo.
Al cierre de conventos de la vida de clausura, también se suma la reorganización de congregaciones de vida activa que está obligando a cerrar espacios en Salamanca. Las Hermanitas de los Pobres dejarán Salamanca, aunque aún no tienen fecha de salida; así como las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús que abandonaron una de sus casas hace dos años, pese a que la residencia universitaria siguió funcionando gracias a una empresa externa.
Las causas
Elevada edad de las religiosas
Una de las principales preocupaciones para las congregaciones religiosas es la elevada edad de las monjas que viven en la provincia de Salamanca. La mayoría de ellas superan los 70 años y, en el caso de las más jóvenes, tienen que suplir el cuidado de las mayores.
Alto gasto de mantenimiento de los edificios
Sobre todo en el caso de las religiosas que viven en edificios antiguos se encuentran con el problema de que no pueden acometer reformas tanto por falta de medios como por el hecho de que tienen que consultar a Patrimonio cualquier intervención al estar protegidos como BIC.
Falta de relevo generacional
La ausencia de vocaciones es una de las principales causas de que no haya un relevo generacional en las mismas proporciones que el que existía para dar vida a los conventos de clausura. No es una causa exclusiva de Salamanca: en los últimos diez años, España ha perdido casi 3.700 religiosas de clausura y han cerrado entre 17 y 22 monasterios al año.
Descenso de ingresos, donaciones y ayudas
Otra de las causas que lleva a la reorganización de las comunidades religiosas se encuentra en la caída de los ingresos tradicionales que tenían las religiosas de clausura: bordados, dulces, formas para la eucaristía. De hecho, muchas comunidades religiosas dependen del Banco de Alimentos para poder subsistir de estas ayudas. En el último informe, nueve monasterios requerían de la ayuda de la ONG para comer.
De hoteles a museos: la salida de los conventos abandonados
Tras el abandono del retiro y de la oración de las monjas de clausura, queda el patrimonio que atesoraban sus muros sobre todo en el caso de los declarados Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento como sucede en el caso de los conventos de Las Claras y Las Úrsulas en la capital.
La Fundación de las Edades del Hombre se hizo cargo de la gestión de los conventos que abandonaron el monasterio de Santa Clara y Las Úrsulas, en Salamanca; así como el de la misma congregación en Ciudad Rodrigo. La administración de la entidad gestionada por los obispos de Castilla y León llevó a cabo una reforma integral de Santa Clara que incluyó la restauración de obras y la musealización del espacio. En el caso de Santa Clara también se llevaron a cabo varias exposiciones temporales entre las que destacó la de Miquel Barceló.
La Junta de Castilla y León, por su parte, se encargó de la renovación completa de las cubiertas que evitó el deterioro de uno de los principales bienes patrimoniales de la capital enclavado en el casco histórico de la ciudad. Sin embargo, a principios del año pasado la Fundación Edades del Hombre se desvinculó de la gestión. Mientras que en Santa Clara se hace cargo la empresa que se ocupa de la visita cultural de la Catedral, las Úrsulas permanece completamente cerrada al público.
Esta es una de las partes básicas para garantizar la asistencia al público, pero para la pervivencia económica de los edificios se ha optado por promover un cambio de uso a unos monasterios que estaban abocados al abandono. A mediados de 2024, el Ayuntamiento inició los primeros pasos para aprobar una modificación puntual del Plan General de Ordenación Urbana en el convento de Santa Clara y permitir el cambio en una parte del inmueble, otra quedará preservada, como es el convento, el claustro y la iglesia. Una vez que se apruebe definitivamente la modificación puntual, los promotores presentarán un proyecto de ejecución para construir un hotel, que facilitará el costoso mantenimiento de toda la edificación, ya que su especial protección patrimonial obliga a los propietarios a mantener y conservar el inmueble.
Otro tanto ocurre con otro histórico edificio que ha albergado el convento de Santa Úrsula destinado a las Hermanas de la Tercera Orden de San Francisco, hasta que en febrero de 2018 tuvieron que abandonar el convento debido al escaso número de religiosas que quedaban en la comunidad y a la falta de nuevas vocaciones.El pleno municipal ya aprobó una modificación puntual del PGOU para permitir albergar un complejo hostelero en una parte de la edificación.
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