-R1BNPt8Fnj5ETXkxY3lue7M-1200x840@Gaceta%20Salamanca.jpg)
-R1BNPt8Fnj5ETXkxY3lue7M-1200x840@Gaceta%20Salamanca.jpg)
Secciones
Destacamos
La cuestación de AECC ha cubierto la ciudad con 160 voluntarios y casi 30 mesas informativas. Cada uno de esos voluntarios -sobre todo voluntarias- tienen su historia, directa o cercana, sobre el cáncer.
La de Eva es larga. Va ya para 16 años. «Lo mío es ya casi como una enfermedad crónica», indica. No le falta razón. «Hace 16 años me diagnosticaron un cáncer de mama, pero seis años después hice una metástasis de pulmón, que es lo que tengo ahora, así que llevo diez años seguidos de tratamiento. Cuando me hago resistente a una terapia, pues me dan otra. Lo bueno es que hay un montón de tratamientos para seguir», explica.
Ella es consciente de que el pronóstico de las metástasis ha mejorado muchísimo con el paso de los años y lo atribuye «a la investigación y a los grandes médicos». «En Salamanca tenemos un equipo médico estupendo y gracias a ello estoy aquí contándolo. He recibido quimio, radioterapia, inmunoterapia, medicina oral… de todo. Lo que me diga mi oncólogo César Rodríguez, que es un amor, y que en casa lo llamamos 'San César'».
Eva puede responder a la pregunta cómo es vivir con un cáncer que no se va. «En ocasiones puedo hacer una vida normal. El tratamiento actual lo llevo bien y me permite estar aquí colaborando con la AECC, pero a veces tienes muchos dolores; a veces tienes cansancio… Cuando estas mejor hay que aprovechar para hacer de todo».
Sus hijos han normalizado la enfermedad. «Lo han vivido desde pequeños. Cuando me diagnosticaron tenían tres años y tres meses, así que están acostumbrados. Y mi marido me ayuda mucho», agradece.
A su lado, codo con codo y hucha con hucha, está Raquel. «Mi historia es parecida a la de Eva porque nos diagnosticaron de cáncer de mama casi al mismo tiempo y nos conocimos en los tratamientos, pero yo tuve mejor suerte porque acabé antes. Estuve año y medio de quimioterapia y se curó, gracias a Dios». No necesita medicación porque, oficialmente, es una persona sana: «Aquello se curó y se curó. Una tiene sus cosas, sus dolores, pero está curado. Esto era impensable. Es una maravilla lo que se ha avanzado», enfatiza.
Raquel se somete a revisiones periódicas todos los años y reconoce que «lo que nunca se cura es el miedo». «Cada vez que tienes que someterte a pruebas…una velita». «Hay gente que no se conciencia de que esto es algo que, por desgracia, nos toca a la mayoría. De una manera o de otra, pero te toca. Por eso ahora me gusta colaborar y aportar mi granito de arena donde me manden en la asociación. Estamos disponibles para hacer lo que sea necesario».
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.