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Tras dos años en el piso de jóvenes, Sheyla López inicia a sus 20 años el reto de ser independiente. GUZÓN

Así es la vida de una de las extuteladas que viven en Salamanca

Un 10% de estas personas acaban viviendo en la calle o en riesgo de exclusión

Jueves, 1 de octubre 2020, 18:05

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Sheyla López quiere ser patóloga de mayor. Cursa un grado medio de Auxiliar de Enfermería y quiere seguir estudiando hasta conseguir un sueño vocacional que se le despertó en un viaje a Marruecos donde enfermedades del primer mundo arrasaban en África. Tiene 20 años y no hace ni dos meses que inició su vida independiente en un piso compartido con amigas. Hasta llegar a este punto: euforia, miedo, incertidumbre y dudas en el recorrido de aprender a ser adulta tras salir del centro de menores en que estaba tutelada.

Un informe de Cruz Roja a nivel nacional refleja que un 10% de jóvenes extutelados menores de 24 años vive en la calle, mientras que el 84% se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión. Para evitar esta situación, la ONG en Salamanca puso en marcha en el año 2000 un piso de emancipación para personas procedentes del sistema de tutela, como Sheyla. Allí les enseñan a ser independientes con la red de los educadores. “Tienen un educador y un trabajador social, pero ellos saben que si no hacen la comida, no comen”, explica el coordinador, Javier Vicente.

La historia de Sheyla es la de muchas personas tuteladas. Prefiere obviar en su relato una infancia en la que pasó por una adopción y varios centros de menores. “Era la ley del más fuerte sobre todo con las chicas porque estabas conviviendo con otras 100 personas y no se te podía atender de forma individualizada”, detalla. Cuando cumplió 18 años se enfrentaba a una independencia para la que aún no estaba preparada. Y entró en el piso de emancipación. “Llegué con episodios de agresividad contestando a la mínima y aprendí a decir que no, que los conflictos se solucionaban hablando, a crear vínculos de amistad menos intensos pero más duraderos. Tuve que trabajarlo durante mucho tiempo así como ahorrar y aprender a administrarme los horarios, el tiempo y el dinero. Me quemaba el poco que tenía en el mismo día”, incide. “La mayoría de los jóvenes tienen que aprender a gestionar y a crear esas habilidades económicas”, aclara la educadora Joana Martín.

Aprendió a realizar gestiones, trámites, papeleo al que no se tienen que enfrentar normalmente personas de su edad. Fue avanzando en una madurez en la que se encontró el apoyo de voluntarios y una convivencia donde la interculturalidad venía de base con una mayoría de extranjeros viviendo en el piso. “Convivía con gente de muchos países, pero yo en el centro de menores ya había vivido esa circunstancia e hice un proyecto sociosanitario en Marruecos”, detalla.

Cuando estaba a punto de finalizar su periodo de guía en el piso de emancipación, el estado de alarma y los retrasos en la concesión de una prestación impidieron que pudiera volar sola. No obstante, no se vino abajo. “Hice muy buenos amigos en esta etapa con los que pasé mejor el confinamiento jugando y aprendiendo a convivir”, relata. Finalmente, hace dos meses optó por irse a vivir sola con unas amigas, sin la presencia de educadores. Volvía el vértigo, pero esta vez sin red. “Era difícil porque ganas en independencia pero también te gusta que haya alguien que te pregunte cada día qué tal estás”, confiesa. El seguimiento de Cruz Roja se mantiene pero Sheyla quiere volar cada vez más alto. Tiene motivación para escalar y objetivos a corto plazo: “Quiero trabajar, estudiar, coger un apartamento que me pague por mis propios medios. En 2023 seré totalmente independiente”.

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