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«El viernes pasado, día 10 de noviembre, estaba jugando con Jana en el pipicán de al lado del CAEM y, de repente, empezó a comportarse de una forma extraña y a tambalearse. No podía coordinar sus movimientos. Empezó a desvanecerse». Con estas palabras, una vecina del barrio de la Prosperidad rememora la pesadilla que vivió la semana pasada en el parque de perros ubicado en la calle Príncipe de Vergara y que terminó con la hospitalización de su perra en una clínica veterinaria de la zona.
En el informe toxicológico facilitado por el veterinario que la atendió, se refleja, de forma explícita, que, en el momento del ingreso, el animal experimentaba «apatía, decaimiento, somnolencia y descoordinación» como consecuencia de «unos cuerpos extraños de pequeño tamaño» que había ingerido con anterioridad mientras jugaba en el terreno.
El diagnóstico final fue el de envenenamiento, siendo un caso al que, en menos de siete días, se le han sumado otros dos de otros dos canes que han presentado malestar, diarrea e incluso vómitos con sangre y que no resulta raro ante los ojos de otros dueños de perros del barrio, teniendo en cuenta que, hace algo más de un año, la perra de otro vecino, Óscar Ike, falleció como consecuencia de un ataque epiléptico sufrido tras ingerir una sustancia tóxica durante uno de sus habituales paseos por el mismo pipicán, ubicado en el Paseo Padre Enrique Basabe.
Todos ellos manifiestan que la situación se ha vuelto insostenible en los últimos días. Tanto es así que hasta han tenido que descolgar el teléfono para ponerse en contacto con el Ayuntamiento, al que hace poco le pidieron una explicación por la colocación de un cartel en el que se restringía el horario de uso del pipicán desde las 8:00 a las 23:00 horas debido a las quejas puestas por algunos vecinos, molestos por los ladridos de los perros.
Un vecino de la zona relata para LA GACETA que la primera notificación colocada en el parque ni siquiera contaba con el logo del Consistorio salmantino y, por eso, comenzaron a surgir las dudas sobre la veracidad de semejante aviso, siendo este el motivo por el que los dueños de los canes remitieron un correo a la concejalía de Medio Ambiente para solicitar la ordenanza en la que se establecía un horario concreto para el uso de los parques de perros de la ciudad.
A raíz de la recepción de este escrito, el Consistorio procedió a colocar otro cartel con el símbolo del mismo y, pese a cumplir la restricción del horario, la realidad no es otra que la de que las quejas no han cesado hasta el día de hoy. «Entendemos que existe un Cuerpo de Policía Local al que cualquier vecino puede acudir en el caso de que, a altas horas de la madrugada, se produzcan ruidos de ladridos que alteren el descanso vecinal y efectúen la correspondiente denuncia», sentenciaron los vecinos en el correo enviado con la intención de frenar las quejas vecinales, que, en los últimos días, se han venido convirtiendo en amenazas, ante las cuales manifiestan su preocupación.
«He cambiado de sitio para pasear a mi perra porque siento miedo de que le vuelva a pasar lo que le pasó el viernes», asegura una de las vecinas afectadas por una de las muchas intoxicaciones en perros que se han venido dando en los últimos meses en el barrio y, en concreto, en este pipicán, tras haber presentado una denuncia en las dependencias de la Policía Local salmantina y recalcando que «los dueños de los perros del barrio nos sentimos discriminados porque este pipicán tiene un horario restringido que no existe en otros pipicanes y mucho miedo por si se dan más casos de intoxicaciones».
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