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La apuesta por una sociedad sin combustibles fósiles y hacer de las renovables, en todas sus variantes, la seña de identidad y el motor energético del planeta está calando cada vez con más fuerza en la mayoría de los países, conscientes de que hay que ponerle freno al cambio climático con políticas energéticas menos agresivas. Castilla y León y, por extensión, Salamanca están en esta órbita y su apuesta por las energías verdes es cada vez mayor. Y no solo por las eólicas y las solares, sino que el hidrógeno verde también ha irrumpido con fuerza en esta Comunidad. Solo así se explica que actualmente la Consejería de Medio Ambiente tramite un total de 21 licencias para otras tantas plantas en siete provincias diferentes.
Salamanca es, según los datos aportados por Medio Ambiente, la provincia de Castilla y León que más decididamente apuesta por hacer del hidrógeno verde todo un referente en energías limpias. Cuatro son las solicitudes ya en marcha y cuyos expedientes están siendo tramitados en dicha Consejería para obtener la evaluación de impacto ambiental necesaria para proseguir con el proyecto. «Ahora mismo están en una fase inicial de completar la documentación presentada para iniciar la tramitación, que suele ser larga», confirman fuentes de Medio Ambiente.
En concreto, dichas empresas han solicitado licencia ambiental para la instalación de plantas solares con el fin de producir hidrógeno verde en las localidades de Montejo, Galindo y Perahuy, Valdelosa y Topas. La más ambiciosa de todas es la de Topas, ya que contempla una potencia de 247 megavatios (MW), seguida de Valdelosa, con 238 MW, mientras que la planta de Montejo se sitúa en los 66 MW y la de Galindo y Perahuy en 50 MW. Todas juntas suman más de 600 MW de potencia, de los 1.858 solicitados en toda la Región.
El hidrógeno verde se ha convertido en una de las fuentes de energía con más potencial, ya que su combustible solo genera vapor de agua, pero no CO2. Además, se trata del elemento químico más común en el planeta, aunque la forma en la que se obtiene representa el mayor desafío. El hidrógeno es un elemento fundamental del agua (H2O), pero para conseguir separar de dicho elemento las moléculas de hidrógeno es imprescindible utilizar otra energía, que ha de ser verde.
Por tanto, para obtener hidrógeno verde hay que utilizar otras fuentes renovables, que en el caso de Salamanca se trata de energía solar. A través de esta fuente se desencadena la electrólisis, que es el proceso que permite descomponer las moléculas de agua (H20) en oxígeno (O2) e hidrógeno (H2) a través de corriente eléctrica. Una vez separado el hidrógeno, dicho componente ofrece la gran ventaja de que resulta fácil de almacenar, al tiempo que puede también transformarse en electricidad o en combustible sintético con múltiples usos. Y otra ventaja más: puede utilizar la infraestructura del gas natural para su almacenamiento y transporte, por lo que parte de la red de distribución estaría ya construida.
La Unión Europea ha apostado fuerte por esta nueva energía limpia y plantea que el hidrógeno verde venga a reemplazar los combustibles fósiles sin cambiar el sistema de transporte ni el productivo. La Junta de Castilla y León también ha apostado abiertamente por esta energía verde, ya que, aseguran fuentes de la Consejería de Medio Ambiente, «suponen una mejora ambiental clara siempre que el emplazamiento de la instalación y sus requisitos de recursos naturales sean compatibles con el uso sostenible del territorio».
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