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La polémica restauración de unos querubines barrocos en la ermita del Mirón, en Soria, ha vuelto a poner en el punto de mira la importancia de velar por el patrimonio artístico para que no caiga en manos de «restauradores» aficionados sin una titulación y formación adecuada. Aunque afortunadamente cada vez son menos las intervenciones al estilo 'Ecce de Homo' de Borja, tampoco Salamanca se ha librado de alguna de estas actuaciones con resultados desastrosos.
Una de las más llamativas fue la que sufrió en 2019 la talla de San Miguel Arcángel, en Peñaranda, que posteriormente obligó a actuar a los técnicos de la Fundación de Las Edades del Hombre.
Según el estudio realizado en su día, la «desafortunada intervención» que llevó a cabo un vecino reveló a los expertos en Patrimonio un desaguisado de pequeñas actuaciones que, a lo largo del tiempo, habían transformado por completa la talla del siglo XVII.
En concreto, la imagen se había repintado encima de la policromía original con colores industriales, a los que además se les había aplicado una capa de barniz. Muy llamativa fue también la intervención que se había realizado en la figura del demonio que se encuentra a los pies de San Miguel, a quien se le había repintado la cara de una manera muy rudimentaria y tosca. Sin olvidar, la llamativa cola verde que se le había añadido y que posteriormente los expertos tuvieron que devolver a su estado original con el que nada tenía que ver.
Las radiografías también revelaron los clavos modernos que había repartidos por toda la talla, más de 30 solo en la cabeza, que se habían fijado para sujetar un pequeño sombrero que con los años se le había añadido a la imagen.
El trabajo llevado a cabo por los técnicos de la Fundación duró más de cinco meses y ayudó a recuperar la imagen original de la talla, que curiosamente lucía unos rizos dorados que habían permanecido ocultos con una capa negra de pintura.
Para evitar más casos como el del San Miguel de Peñaranda, la Comisión Territorial de Patrimonio de la Junta de Castilla y León llegó incluso a remitir una carta a las tres diócesis que existían entonces en la provincia, Salamanca, Ciudad Rodrigo y Plasencia, para insistirles en que cualquier intervención sobre el patrimonio artístico debía realizarse siempre por parte de personal cualificado.
Igual que ocurrió con el famoso 'Ecce Homo' de Borja, en Zaragoza, el San Miguel de Peñaranda saltó a los medios internacionales y hasta el periódico The Times se hizo eco de la noticia.
Pero la «restauración» del San Miguel de Peñaranda no ha sido el único ejemplo de intervenciones desastrosas. Muy polémica fue también en su día fue la restauración de El Calvario de Nava de Francia, que dejó la imagen muy alejada de su versión original. Tampoco se libró de la mano de un vecino, con buena fe pero sin ningún conocimiento artístico, algunas de las estaciones del Vía Crucis de Sotoserrano, en la iglesia de San Ramón Nonato. Las intervenciones que allí se realizaron también fueron muy criticadas por los expertos en Patrimonio.
En la lista de desastres también está la gran cruz de plata del siglo XVI que se localizó en la iglesia de Poveda de las Cintas, después de permanecer olvidada en un trastero en un trastero. La sorpresa fue que apareció cubierta de una capa de purpurina con la que algún vecino pensó que devolvería a la pieza a su esplendor original.
Tampoco la talla de San Marcos, en la localidad de Cepeda, corrió mejor suerte que el resto: los escolares de los años 70 repintaron la imagen, a la que le pusieron coloretes.
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