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La primavera es una época idónea para visitar las ermitas de la zona de Peñaranda de Bracamonte, descubrir su arquitectura, dejarse llevar por la buena energía que desprenden estos refugios de devoción y conocer su historia. Incluso algunos de estos templos están rodeados de árboles y cuentan con bancos y mesas para hacer una parada y disfrutar de la apacible calma que se respira a su alrededor.
Muchas localidades añoran ermitas que ya no existen o de las que quedan rastros. Algunos ejemplos son las de Cantaracillo y Zorita de la Frontera. Por suerte estas localidades pueden disfrutar de parte de estas ermitas en pie. En Cantaracillo se puede contemplar el ábside románico de la ermita de la Vera Cruz posada junto al antiguo cementerio. También junto al antiguo camposanto se encuentra el humilladero de Zorita de la Frontera, que el Ayuntamiento quiere recuperar.
En el lado opuesto se encuentran ermitas cuidadas con mimo. Uno de los ejemplos más destacados es la ermita de Nuestra Señora del Hinojal de Paradinas de San Juan. Está situada lejos del casco urbano y en su parque se puede conocer la historia de la aparición de la Virgen del Hinojal a un pastor. También cuentan que se apareció el Cristo de Hornillos en Arabayona de Mógica, donde se alza majestuosa su ermita. Esta antiguamente fue capilla del convento de monjes Basilios que después de llegar a Salamanca en 1621, fueron a parar a Arabayona de Mógica en busca de «tierras en las que sembrar y cosechar para consumo propio», contaba Agustín Salgado.
Para conocer la ermita de Nuestra Señora de la Misericordia, honrada cada año en Pentecostés hay que ir a Cantalapiedra. A ella se debe que muchas mujeres de la localidad lleven su nombre. En la misma época se venera al Santo Cristo de la Calzada en Ventosa del Río Almar, cuya ermita se alza al píe de la carrete ra nacional desde la que se viaja de Salamanca a la capital de España. Ambos templos llaman la atención de quienes pasan cerca en algún viaje.
La ermita del Cristo de las Batallas «es una de las cinco de que gozó Macotera en la antigüedad», según Eutimio Cuesta. Data del siglo XVII. También conserva en pie al menos dos de las cinco ermitas con las que contó en su pasado, según Eutimio Cuesta. Dejarse caer por esta localidad es un acierto porque también se conserva con mucho mimo la ermita de la Virgen de la Encina, construida en 1541. Está al lado del cementerio. Según ha podido averiguar Eutimio Cuesta, «debió de construirse por lo menos, en el siglo IX». No es ermita, pero si merece la visita, la fachada del hospital de Santa Ana, hoy residencia, que conserva la torre de la capilla. Otra de las ermitas destacadas por su devoción es la del Cristo del Monte de Alaraz. Se encuentra a varios kilómetros del pueblo y a un costado tiene la plaza de toros.
Como parada final de esta ruta de ermitas, se sugiere visitar Peñaranda de Bracamonte. La ermita del Humilladero, puede visitarse durante todo el día. En su interior custodia un valioso Cristo fabricado en México y la Virgen de las Lágrimas. En otra parte de la ciudad se alza la ermita o iglesia de San Luis. En su interior se custodia el Santísimo Cristo de la Agonía.
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