Un misterioso mensaje «masónico» por descubrir en Macotera
Apareció en uno de los muros interiores de la residencia Santa Ana en su última restauración
En uno de los muros interiores de la residencia Santa Ana de Macotera, en una hornacina, se custodia un curioso mural con letras y símbolos, que quienes lo han visto hasta ahora han querido entender que es masónico.
Se trata de un rectángulo vertical color verde encabezado por las letras A y Z, y en el centro el «símbolo de la divina providencia dentro de un triángulo sagrado». Debajo aparecen más letras, como si fueran las iniciales de palabras o nombres y alguna cruz, ordenadas como en una especie de jerarquía.
Este curioso mural ha permanecido visible, en la discreción del interior de una habitación de la residencia, que abrió sus puertas el 1 de febrero de 2007, siendo alcalde de la villa Antonio Gómez Bueno. El mural antes estaba oculto y salió a la luz de la puesta a punto del edificio por parte del Ayuntamiento de Macotera.
Desde entonces la curiosidad de quienes han visto este hallazgo no fue más allá de la incógnita.
Consultado a responsables del Centro Documental de la Memoria Histórica, antes conocido como Archivo de la Guerra Civil Española, que custodia una exposición permanente sobre la masonería, abundante documentación y la recreación de una logia masónica; al exalcalde de Macotera, Antonio Gómez Bueno; y a actuales miembros de logias masónicas, todos coinciden en, sin confirmar nada, intuir que el mural parece masónico. «En primer lugar por el ojo de la divina providencia dentro de un triángulo sagrado, podría tratarse de un símbolo masónico o algún lugar que tuviera que ver o estuviera relacionado con algún templo religioso», considera Fermín Martínez tras un primer vistazo rápido.
El edificio de la residencia Santa Ana tiene una inscripción tallada en la piedra de la fachada de la capilla en la que se puede leer: «Raymundo Blázquez Molinero, hijo de esta villa, donó este terreno para la construcción del santo asilo, año de 1885.
El hospital de Santa Ana, desde entonces este edificio fue escuela, hospital de heridos de guerra, escuela de nuevo y residencia de ancianos en 1971.
El mural apareció antes de 1997, cuando el ayuntamiento de Macotera encabezado por Antonio Gómez Bueno, como regidor se hizo con la cesión del edificio por parte del obispado para recuperarlo y darle utilidad de nuevo con un fin social como residencia. La sensibilidad de este alcalde hizo que no se destruyese. Ahora queda por descubrir el mensaje que hace años reflejaron en esta pared bajo el símbolo de la divina providencia.
Un edificio iniciado por el Padre Cámara
Cabe recordar que este edificio se inauguró el 12 de julio de 1894 como hospital y escuela. En agosto de 1885, es nombrado fraile agustino, Padre Tomás Cámara y Castro como obispo de Salamanca. En aquella época brotó la epidemia conocida como cólera morbo, siendo Macotera la localidad más afectada. Por esta razón el obispo visitó la villa y el 10 de octubre de 1885 se reunió en el ayuntamiento con las autoridades locales. Según se puede leer en uno de los libros escrito por Eutimio Cuesta, en este encuentro se determina construir un hospital y escuela para remediar la falta de medios sanitarios e higiénicos del pueblo y acoger a los niños pobres, que se perdían en la calle. Para ello nombraron una junta presidida por el párroco, el alcalde, el juez y el primer contribuyente.
Símbolo universal
«El ojo de la divina providencia aparece dentro de un triángulo sagrado», explica Fermín Martínez, miembro de la Logia Sapientia Ars Vivendi nº87. Este «no es un símbolo propio de ninguna escuela filosófica, ni mística, ni sagrada, ni de ninguna religión en particular, sino que es más bien un símbolo universal», detalla.
«Los símbolos pertenecen al inconsciente colectivo de la humanidad en general», añade, por dicha razón «las interpretaciones que tienen no están acotadas ni a una escuela, ni a una religión particular, ni a una filosofía, ni a una corriente en particular por más mística o sagradas que esta sea, sino que tiene caracteres que han trascendido transversalmente a la humanidad como tal y hunden sus raíces en muchas culturas y tradiciones que se pierden en la noche de los tiempos», detalla.