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Los peñarandinos se echaron a la calle para salvar su iglesia pero el pavoroso incendio lo hizo imposible FACEBOOK FOTOS ANTIGUAS
Medio siglo del incendio que aniquiló el rico patrimonio de Peñaranda

Medio siglo del incendio que aniquiló el rico patrimonio de Peñaranda

La localidad recuerda esta semana el incendio que destruyó la iglesia de San Miguel | El magnífico retablo de Sebastián Ducete y Esteban de Rueda sigue presente en la memoria colectiva

Martes, 8 de junio 2021, 15:48

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Peñaranda de Bracamonte recordó este pasado 7 de junio uno de los hechos que han marcado su historia y que hace 50 años conmocionó a todos los vecinos de la localidad. La alerta de fuego en mitad de la noche, ver cómo el humo y las llamas devoraban la iglesia parroquial y comprobar con impotencia cómo todos los esfuerzos por salvar el templo eran inútiles son sensaciones que relatan los que lo vivieron ese día en primera persona.

El rico patrimonio artístico que albergaba el templo, sobre todo el magnífico retablo mayor de Sebastián Ducete y Esteban de Rueda, sigue presente en la memoria colectiva con la añoranza de su pérdida irreparable e irremplazable. Solo las fotografías que se conservan de la época permiten a los peñarandinos seguir recordando en unos casos y descubriendo en otros aquella auténtica joya del arte barroco.

El órgano, algunos lienzos de gran valía y reconocidos autores, otros retablos laterales, imágenes de culto, la sillería de nogal en el coro bajo, puertas, confesionarios y bancos figuraron también en el listado de todo lo que las llamas redujeron literalmente a cenizas.

Los esfuerzos de los vecinos y de los primeros bomberos peñarandinos voluntarios de la época, de otros bomberos llegados de Matacán, Salamanca y Ávila, e incluso Valladolid, no lograron frenar la destrucción del templo en medio del voraz incendio.

Medio siglo después, y tras su reapertura al culto en 1981, la iglesia parroquial de San Miguel es testigo de la vida religiosa de los peñarandinos, de sus bautizos, comuniones, confirmaciones, bodas y funerales, de las eucaristías diarias y de otras celebraciones solemnes a lo largo del año, entre ellas las que tienen lugar en la Semana Santa.

Quienes conocieron el templo antes del incendio coinciden en la imagen “fría” que ahora tienen sus muros “desnudos” de toda la belleza que había entonces y que se ha querido recuperar, en parte, con un nuevo proyecto artístico acorde al siglo XXI, un conjunto iconográfico que pronto ocupará el lugar más destacado, el presbiterio.

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