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María Agustina Vicente Sevillano en su residencia de Santa Marta de Tormes. EÑE
María Agustina, la abuela de la provincia con 107 años: devota, coqueta y amante del baile

María Agustina, la abuela de la provincia con 107 años: devota, coqueta y amante del baile

Nació en 1917 y desde hace casi dos décadas vive en una residencia de Santa Marta de Tormes

EÑE

Lunes, 6 de enero 2025, 10:36

La actual «abuela» de la provincia, María Agustina Vicente Sevillano, alcanzará los 108 años en 2025.

Nació en 1917 y desde hace casi dos décadas vive en una residencia de Santa Marta de Tormes. Natural de Villar de Argañán, parte de su tiempo lo pasaba en una finca familiar muy cercana a Portugal. «La finca hasta tenía capilla y a la hora de la matanza en invierno se sacrificaban más de 20 cerdos ibéricos, porque había muchas bocas que alimentar, incluyendo los segadores que llegaban a trabajar en verano. Allí había una mesa enorme llena de comida y los martes, llegaban incluso las naranjas del mercado de Ciudad Rodrígo», recuerdan sus dos hijos Fernando y José Miguel Bueno Vicente, ambos ya entrados en su octava década de vida.

Agustina destacaba en la cocina por algunos platos que elaboraba con maestría como por ejemplo, «las patatas rebozadas y las menestras, que siempre fueron excelentes. En Salamanca hacía los dulces en un horno de la panadería Nieto cerca del Bretón. Le quedaban riquísimos el bollo maimón y las medias noches, los repelaos y los mantecados. La recordamos con dos cestas enormes de mimbre cuando llegaba del horno», relatan sus hijos, «sus devociones las compartía con nuestro padre y ambos lo eran del Cristo de los Milagros, de los que también han sido cofrades».

La llegada de Agustina a la residencia buscaba un entorno tranquilo y en el que estar atendida puesto que ya llevaba 16 años viuda, desde que tenía 72.

«Antes, cuando vivía en su domicilio, tuvo varias chicas para hacerse cargo de ellla y que estuviese acompañada. En especial le tenía cariño a una boliviana que la atendía. Era una persona muy culta con la que podía pasarse horas charlando de todo tipo de temas, pero vino a vivir a España el esposo de la cuidadora, encontró un trabajo y también se trajeron a sus tres hijos, con lo que su acompañante en casa dejó el trabajo. Después llegaron otras cuidadoras, pero no resultó bien. Una de ellas incluso en cuanto tuvo el visado de trabajo se marchó a Barcelona. Nos dijo que ya no aguantaba más esta situación y buscamos una residencia para que estuviese cómoda», apuntan Fernando y José Miguel.

Agustina siempre ha sido una mujer austera, pero muy animada puesto que le encantaba el baile cuando estaba soltera. Siempre le gusto ir bien vestida y peinada porque ha mantenido la coquetería y tuvo como amigas a varias primas, «una de ellas emigró a Canadá, donde llegó a ser jefa en un hospital. Al jubilarse volvió al pueblo y siempre han sido inseparables hasta que han ido falleciendo».

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