La Alberca
Jueves, 17 de abril 2025, 23:52
La lluvia, inesperada en la noche del Jueves Santo, marcó el devenir y dotó de una espectacularidad adicional una de las grandes citas de la Semana Santa en la provincia: la Pasión de La Alberca, que se viene celebrando desde el año 1981 y que ayer sumó un nuevo hito gracias al empeño, talento y saber hacer de los integrantes del grupo local Cateja Teatro.
Unas ligeras gotas de agua amenazaban el inicio de la representación, prevista para las 21:00 horas, pero confiando en la previsiones meteorológicas, con puntualidad, salieron los primeros actores al atrio del Solano Bajero, con la imponente iglesia de Nuestra Señora de la Asunción como fondo de la Jerusalén de hace 2.000 años. El público, bien acompañado de los paraguas, no perdía detalle de las escenas ni quitaba el ojo del cielo ante una lluvia que, poco a poco, iba a más.
La entrada de Jesús alabado con los olivos o los maquiavélicos planes del Sanedrín para conseguir la traición de unos de sus discípulos fueron la antesala de un anuncio que pudo cambiar el desarrollo de la representación. Debido al agua, los equipos de iluminación y sonido estaban experimentando problemas y por seguridad, se paraba la Pasión.
El público rompió en aplausos, entendiendo la situación, pero entonces tomó la palabra Isidro Luengo, uno de los más veteranos de Cateja Teatro para, primero pedir disculpas, y después anunciar que la obra iba a continuar a viva voz. “Mientras haya gente, aunque sean tres personas, vamos a seguir con la Pasión”, exclamó y sirvió de toque de corneta para que todos los actores, de nuevo, se pusieran en marcha.
Solamente definidos por las luces de la calle y de un único cañón de luz, desafiando al frío y al agua, Jesús realizó la última cena antes de ser entregado por Judas y comenzar su sufrimiento y castigo ante el juicio de los sumos sacerdotes y Poncio Pilatos. El cielo albercano rompió a llorar con cada latigazo, con cada lágrima derramada por los discípulos y la virgen María, por cada exhalación de Jesús en la cruz hasta el momento en que no pudo más y falleció. Quizás como premonición del final de la representación, la lluvia dio una pequeña tregua para la resurrección de Jesús y el estallido en alabanzas del público que aguantó estoicamente el aguacero y quiso mostrar con severidad la admiración y el respeto al trabajo realizado por Cateja en una difícil noche.
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