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La de esta jornada de lunes se ha tratado de una “Loa” muy especial, y es que no solo la pandemia impidió la celebración de tan ancestral tradición de artes escénicas, sino que su recuperación coincide con la reciente declaración de la misma como Bien de Interés Cultural Inmaterial. El solano bajero ha vuelto a acoger la representación de la mano de Cateja Teatro.
Han regresado así personajes muy queridos como “el Gracioso”, que no es otro que el pastor, los mozos que van a las fiestas, las espeluznantes y oscuras representaciones del Diablo y su serpiente de siete cabezas, aludiendo a los siete pecados capitales.
En contraposición sale a escena el bien, las siete virtudes etéreas con un halo de bondad que finalmente vencen al mal y ponen orden en las peripecias de los protagonistas terrenales de esta obra bucólica y profana con elementos sacros.
El espacio es el mismo, aunque, como no podría ser de otro modo, el aforo es reducido, con público sentado, distancia y uso de mascarilla.
Este panorama rompe drásticamente con el de años anteriores, en el que las masas se agolpaban para admirar de cerca y no perder detalle de la narrativa perfectamente interpretada, las sorpresas, los impactos visuales y los numerosos chistes que amenizan tan original espectáculo teatral. “La Loa” estrena, a mayores, un logo oficial y camisetas con el mismo a disposición de seguidores y actores.
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