Ciudad Rodrigo sucumbe a la magia

Frente a las numerosas localidades que adaptaron y hasta suspendieron la cabalgata de Reyes buscando alternativas para que los pequeños pudieran disfrutar de la noche más especial de las fiestas, Ciudad Rodrigo de impuso con decisión a un clima lluvioso que puso a prueba la templanza del público y los participantes en alguna que otra ocasión.

Media hora antes de su salida desde la nave en la que incansablemente crea magia la asociación Amigos de la Ilusión, el Ayuntamiento informaba de un cambio: la cabalgata saldría, pero sin pasar por las calles San Fernando y Santa Clara. Aunque sin duda el clima hizo a algunos mirobrigenses refugiarse en sus hogares, la ciudad gozó de ambiente, no desprovisto de capuchas y paraguas, y las carrozas y grupos que desfilaron, cerca de una quincena, salieron puntuales exhibiendo temáticas de fantasía y animación.

Reyes y Cartero Real se abrieron paso por el pavimento mojado iluminando la noche mirobrigense, y tanto la Avenida de Yurramendi como la Avenida de España congregaron a un gran número de personas, al igual que la Plaza Mayor, corazón de la cabalgata, teniendo en cuenta las insistentes precipitaciones.

No solo la lluvia cayó del cielo: más de 800 kilos de caramelos endulzaron al público, especialmente a los más pequeños de la casa, en la noche más emocionante del año. Una vez las carrozas y el desfile llegaron a la plaza por la calle de La Colada, arrancando vítores de los asistentes, los Reyes se detuvieron frente a la Casa Consistorial para, como de costumbre, ser recibidos en el salón de actos por el alcalde, Marcos Iglesias, que cada Navidad les hace entrega de las llaves de la ciudad desde la galería alta del imponente edificio.

Los fuegos artificiales también hicieron llover magia en la Plaza Mayor, acompañando la iluminación navideña y coronando con un final apoteósico la intensa velada. Para cuando ese momento estelar hubo llegado, la Plaza Mayor ya se había llenado, por segunda noche consecutiva, y es que muchos mirobrigenses optaron por acudir a este esperado momento directamente, tras el cual Sus Majestades ocuparon sendos tronos instalados en la parte baja de la Casa Consistorial, tronos que aguardaban su llegada desde el comienzo de la Navidad. Melchor, Gaspar y Baltasar recibieron y entregaron un obsequio a los afortunados pero también impacientes niños.

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