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Alba de Tormes
Sábado, 9 de diciembre 2023, 10:42
Manuel Bernal Matilla, albense de adopción, ha pasado las dos últimas décadas paseando con orgullo el nombre de su Salamanca natal por el mundo y representando los intereses de España en diversos destinos diplomáticos. Tras dos años y medio como asesor diplomático del comandante de Operaciones de la misión de la Unión Europea EUNAVFOR Operación Atalanta, Almirante Núñez Torrente, pronto dejará su actual puesto para convertirse en el nuevo cónsul general de España en Santa Cruz de la Sierra, capital económica de Bolivia.
¿Es cierto que durante estos últimos años se ha dedicado a perseguir piratas?
-Siempre lo digo como una broma con niños y amigos con los que tengo confianza, pero en realidad soy asesor político y diplomático de la Operación de la Unión Europea EU NAVFOR Somalia Operación Atalanta, que sí que, entre otras cosas, es una operación antipiratería. El chascarrillo es real, pero las funciones de Atalanta comprenden todos los ámbitos de la seguridad marítima en los océanos Índico y Pacífico.
¿Cómo nace Atalanta?
-Nace en 2008 como respuesta de la Unión Europea a la crisis de secuestros de barcos mercantes frente a las costas de Somalia. Entre 2008 y 2011 llegó a haber 145 barcos capturados por piratas y entre 2013 y 2019, gracias a la acción combinada de Atalanta se redujo ese número a apenas dos. En el apogeo de la piratería somalí en enero de 2011, 736 rehenes y 32 barcos estaban retenidos por piratas. El último ataque pirata tuvo lugar en abril de 2019. Fue precisamente un ataque a un atunero vasco, el «Txori Argi», procedente de Bermeo. La fragata «Navarra», perteneciente a Atalanta, interceptó la nave nodriza desde la que se lanzaron los ataques, en una operación coordinada en su totalidad desde el Cuartel General de Atalanta en Rota. La zona del ataque era la misma en la que fueron atacados los pesqueros vascos «Playa de Bakio» en 2008 y el «Alakrana», en 2009.
¿Cuál es la esencia de la Operación Atalanta?
-Es una operación multinacional de la Unión Europea, con sede en la Base Naval de Rota, compuesta por 16 países de la Unión Europea y 4 países extracomunitarios: Montenegro, Serbia, Colombia y Corea del Sur, que comparten la preocupación por la seguridad de las rutas marítimas en el Océano Índico. Nuestra zona de operaciones comprende desde Mozambique hasta Egipto y desde el Mar Rojo al Estrecho de Ormuz. Esta área es más grande que todo el territorio de la Unión Europea. Poca gente sabe que el 12% del comercio mundial de mercancías y energía y el 30% del tráfico de contenedores discurre por el Canal de Suez y de su seguridad depende gran parte del bienestar y los suministros en Europa. Los países miembros ponen a disposición de Atalanta fuerzas navales y aéreas, precisamente para prevenir los actos ilegales que puedan amenazar la libertad de circulación en los mares.
¿Cúal es su función en la Operación?
-Mi labor consiste precisamente en asesorar personalmente al almirante jefe de Operaciones de Atalanta, y por extensión a la Operación, sobre las particularidades de las relaciones con cada uno de los países de la zona de operaciones y la interrelación y tensiones que pudieran surgir de esas interacciones. Intentamos dotar al mando de Atalanta de los elementos de juicio suficientes para tomar decisiones informadas en el difícil mundo de mostrar presencia militar sin herir sensibilidades. En cierta medida, soy quien se tiene que anticipar a las posibles repercusiones políticas de muchas de las acciones meramente militares de la operación. También, gran parte de la política de comunicación de la Operación pasa por mis manos.
¿Cómo llega un salmantino a ser asesor político de una operación anti-piratería?
-Atalanta arranca enfocada en la seguridad marítima en torno al Cuerno de África para convertirse pronto en uno de los elementos fundamentales de la presencia de la Unión Europea en el Indo-Pacífico. Con tantos países ribereños implicados y con la presencia de fuerzas navales de las principales potencias mundiales, España ve la necesidad de aportar un diplomático de carrera que ayude a complementar la visión militar y a articular las relaciones de la Operación con cada uno de esos países. Creo que todos estos años en Mali, Angola, Sudáfrica, Madagascar, Mozambique y otros tantos países en África, me han dado una visión sobre las diferentes sensibilidades de cada uno de ellos y esa aportación es importante para que los respectivos gobiernos de la zona de operaciones vean en Atalanta un aliado fiable para la protección de sus mares. Cuando ves al alto representante/vicepresidente de la Comisión, José Borrell, poner a Atalanta como ejemplo de una de las herramientas de más éxito de la diplomacia de la Unión Europea, no puedes ocultar un cierto grado de satisfacción.
¿Qué papel desempeña España en la Operación?
Cuando en marzo de 2017, el Reino Unido comunicó oficialmente su salida de la Unión Europea, se hizo necesario replantearse el futuro de la Operación, cuya sede estaba en Northwood, Inglaterra.España dio el paso al frente y en septiembre de 2018 se procedió a instalar el Cuartel General de la Operación en la Base Naval de Rota, bajo mando de un Almirante español. Al poco de establecerse, las capacidades del nuevo Cuartel General en España se pusieron a prueba con el ataque al atunero vasco «Txori Argi». Desde entonces, España mantiene una Fragata desplegada en permanencia en el Indo-Pacífico y mantenemos un avión de vigilancia marítima de la Fuerza Aérea Española estacionado en Yibuti. Estos medios se complementan ocasionalmente con la presencia de unidades navales de otros países miembros de la Operación, como Francia, Italia…
¿A qué retos se enfrenta Atalanta?
El mandato de Atalanta va mucho más allá de ser una mera operación de disuasión contra la piratería. Es cierto que hemos capturado cerca de 175 piratas que hemos entregado para ser procesados por autoridades judiciales regionales, pero también protegemos con equipos de operaciones especiales los barcos del Programa Mundial de Alimentos que entregan ayuda humanitaria en Somalia. Hemos facilitado hasta la fecha la entrega de 3.2 millones de toneladas métricas a las poblaciones afectadas por el terrorismo yihadista y la guerra en Somalia. Nunca un envío del PMA ha sido atacado bajo nuestra vigilancia. También ejercemos de fuerza de interceptación del tráfico de drogas desde la costa de Makran en Pakistán, antes de que tomen camino hacia Europa. En los últimos meses hemos retirado del mercado estupefacientes por valor de más de 300 millones de euros. Más que un golpe a los traficantes, lo que hemos conseguido es que ese dinero no acabe financiando redes vinculadas al terrorismo yihadista internacional. También esperamos estar pronto en condiciones de participar en el embargo de armas de Naciones Unidas sobre Somalia y colaboramos intensamente con los países de la zona formando en técnicas contra redes criminales a sus fuerzas armadas y guardacostas. También, en coordinación con Interpol, realizamos una amplia labor de control de la pesca ilegal, principalmente por arrastreros chinos e iraníes en las costas del Cuerno de África.
¿Cómo es el día a día de una operación antipiratería?
Trabajo en estrecha coordinación con un Núcleo de Estado Mayor que comprende responsables de inteligencia, planeamiento, operaciones, comunicación, alto mando… y procuro proporcionar la visión estrictamente política y diplomática de las acciones de la Operación, tanto a la Operación en Rota como a los mandos desplegados en las fuerzas navales de Atalanta. También tengo la responsabilidad de ser el vínculo de unión inmediato entre la Operación y el Ministerio de Asuntos Exteriores y ayudo a articular la relación de Atalanta con gobiernos, embajadas y delegaciones de la Unión Europea en el Indo-Pacífico. Hay gestiones en el mundo de una operación multinacional que precisan de un lenguaje y un enfoque más diplomático que militar, sobre todo en el mundo de la comunicación externa de la Operación.
¿Es difícil trabajar en un ambiente militar multinacional?
Es fácil en el contexto de las relaciones interpersonales. Conoces gente fantástica de 20 países diferentes que reconocen tu aportación en un mundo que, muchas veces, les es ajeno como el de la diplomacia y las relaciones internacionales. Compartir espacio como Diplomático entre más de una centena de militares de alto rango, procedentes de tantos países distintos, hace que, en muchas ocasiones, seas el único defendiendo un cierto punto de vista.
¿Qué le depara el futuro inmediato?
Como en todos los puestos diplomáticos, nuestra labor tiene fecha de caducidad. Tras dos años y medio en Rota, he sido llamado para dar un giro profesional de 180 grados y preveo incorporarme en breve como Cónsul General de España en Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. Es un destino que afronto con la responsabilidad que emana de la importancia de las relaciones de España con Hispanoamérica, pero con la certeza del apoyo incondicional de mi mujer, Nuria, y de mi hija, Beatriz; lo que facilita mucho las cosas en una vida tan desarraigada como la de los diplomáticos españoles. Creo que precisamente en ese desarraigo, reside la importancia de sentirse «vecino» de un lugar como Alba, donde la gente todavía te saluda por tu nombre y a donde siempre buscas una excusa para volver, aunque sea ocasionalmente.
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