La Alberca rebosa júbilo por el Diagosto

Entre todos los actos que La Alberca sabe convertir en iconos, destaca especialmente el Diagosto. Hoy la localidad serrana asistió a un multitudinario ofertorio seguido de bailes tradicionales a la imagen de la Virgen de la Asunción, una jornada que comenzó con la liturgia tras la cual las capas negras, varas, trajes de vistas de La Alberca, atuendos de religioso y estandartes desfilaron en procesión desde la iglesia hasta la Plaza Mayor, donde momentos antes miles de personas ya se aglomeraban alrededor de las sillas perfectamente dispuestas delineando la plaza.

También el escenario para las actuaciones se llenó de personas impacientes preparadas para ser testigos de un ofertorio que destaca por su ceremonioso orden, un ofertorio en el que el tamborilero, en un bucle musical infinito, acompaña cada ofrenda, con sus correspondientes reverencias —dos hasta llegar a la imagen, dispuesta en el fondo de la plaza, y dos al alejarse, siempre mirando a la Virgen, retrocediendo sin dar la espalda—. Tras un intenso ofertorio en riguroso orden, en el cual también se regalaron a la imagen panes y otros productos, llegó el momento de los bailes.

Cerca de medio centenar de jóvenes y niños impresionaron a los miles de espectadores con su depurado repertorio de bailes serranos, guiados, como es costumbre, por las castañuelas del famoso Poldo de Mogarraz, y al son de la gaita y el tamboril. El público regaló a los danzarines sonoros aplausos y vítores entusiastas, e incluso los propios espectadores pusieron voz a canciones como la del vistoso trenzado del ramo que baña de color el centro de la plaza.

El paloteo de las claves y una formación exquisita en la que todos los bailarines se unen en una sola mente, dibujando cruces, ángulos, filas que se doblan sobre sí mismas para y corros repletos de movimientos bidireccionales, remataron un dilatado espectáculo de bailes en los que se pudo disfrutar de los detalles de cada traje de vistas y los meticulosos peinados, sin dejar descuidado ni el más mínimo detalle.

La Plaza Mayor palpitó con intensidad durante un calculado acto matinal encadenado con el siguiente, embriagada además por los destellos dorados de la imagen. Cientos de personas participaron activamente durante le ofertorio a la patrona de La Alberca, empezando por religiosos y seguido por la Corporación municipal, y abarcando familias enteras con trajes albercanos, componentes del numeroso grupo de baile, y vecinos conmovidos por este momento tan especial.

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