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Ya está aquí la quinta ola. Volvemos a registrar un número de contagios diarios de tres cifras solo en Salamanca. Cierto es que la llamada ‘ola joven’ tiene poco que ver, de momento, con las anteriores en cuanto a la incidencia hospitalaria: no hay fallecidos, no hay ingresados en la UCI, incluso apenas hay pacientes ingresados en planta. Pero la quinta ola está afectando ya a familias enteras que, bien por haber sido positivos todos sus miembros, o por el hecho de ser contactos estrechos, están teniendo que soportar de nuevo un encierro en casa.

Los jóvenes que se quitan la mascarilla sin cumplir la distancia de seguridad y que creen, como dice la canción, que los amigos de sus amigos son sus amigos, deberían pensar más en las consecuencias de sus acciones. No quiero criminalizarlos, siempre he defendido que esta pandemia está siendo muy dura para los universitarios y los alumnos de Bachillerato, que están viendo pasar los meses sin poder disfrutar del ambiente que caracteriza a la ciudad de Salamanca, pero lo cierto es que falta pedagogía para hacerles entender que las consecuencias de su relajación también las van a pagar ellos. Hay que recordarles que también hay jóvenes que terminan hospitalizados por la covid y, además, su futuro está en juego pues cuanto más dure la crisis sanitaria, más dura será la crisis económica.

No podemos olvidar que los aerosoles son la principal vía de contagio. Desde hace meses los especialistas lo tienen claro, de ahí la importancia de la distancia social de entre 1 y 2 metros, ya que evita que se respire el aire que otra persona exhala. También son prioritarias las mascarillas bien ajustadas. Creo que el Gobierno se precipitó al permitir que nos las quitáramos. Cierto es que la mayor parte de la población adulta ha hecho caso omiso y sigue siendo habitual ver a la gente caminar por las calles de Salamanca con la mitad de la cara cubierta. El problema ha sido que, al eliminar la obligatoriedad de llevar mascarilla, por una parte, se ha dado rienda suelta a que los jóvenes no hagan uso de esta protección cuando están con sus amigos, en grupos tomando algo, que es cuando aumenta el peligro, y por otra, se ha creado una falsa sensación de que el virus ya estaba controlado. Mentira, ya no hay presión hospitalaria gracias a la vacunación de la población de mayor edad, pero el virus, por desgracia, sigue entre nosotros y probablemente estará durante mucho tiempo.

“Nos tienen que decir que no vamos a volver a nuestra vida anterior para que nos vayamos mentalizando todos, también los jóvenes”, me decía esta semana un profesor universitario preocupado porque esta nueva ola llega justo con los últimos exámenes. Confío en que dentro de algún tiempo podamos recuperar nuestra vida anterior, pero, viendo lo que está sucediendo, quizás la normalidad tarde más tiempo en llegar.

A juzgar por los datos, parece que la lección aún no está aprendida: mascarilla siempre en interiores, distancia social y, siempre que sea posible, las reuniones con familiares y amigos en exteriores. Esta última cuestión ha sido clave en el aumento de las cifras. Hace unos días la Sociedad Española de Neumología puso de manifiesto que la transmisión de la covid-19 ocurre habitualmente en espacios cerrados y los expertos insistieron en que hay evidencias suficientes para asegurar que la ventilación y el movimiento del aire juegan un papel en la transmisión de las enfermedades infecciosas. Así que no se nos puede olvidar la importancia de abrir ventanas. y de utilizar mascarillas en interiores. Parece claro que la renovación del aire y, sobre todo, del aire exterior, puede contribuir a la disminución de transmisión en espacios interiores.

Y un aspecto más que los jóvenes no deben olvidar: el tabaco es fuente de contagio y también el uso de cigarros electrónicos o cachimbas.

Es verano, todos tenemos ganas de disfrutar del buen tiempo, de pasar más tiempo con nuestros amigos y familiares, pero no podemos olvidarnos de que el ‘bicho’ sigue entre nosotros. Hay que ser responsables, no vayamos a tener que dar la razón al agorero ministro de universidades, Manuel Castells, que desde que empezó la pandemia está empeñado en ir a un modelo docente ‘online’ y en cuanto la comenzado la quinta ola se ha lanzado a alertar del cierre de campus y de universidades.

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