Borrar

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

HOY no existe nada que no sea Pegasus. Pocas palabras hay ya para la pandemia; la guerra sigue su curso y como decía el Papa, ojalá no nos acostumbremos a ella; los problemas económicos del país son ese caballo de batalla que esconde, bajo la fría estadística, la catástrofe social y personal de muchos compatriotas, pero... la vida sigue. De repente nos hemos dado cuenta que la Feria de Abril está repleta; que las Cruces de Mayo lucen de nuevo por las calles de Córdoba mientras los Patios empiezan a reventar de flores; que las motos han vuelto a un Jerez que se “petó” de gente y ruido; que las playas recuperan los pies desnudos...

Pero este ojo que observa, entre las ruidosas noticias, ve cómo aumentan lacras que destrozan el alma de cualquiera con un mínimo de corazón y humanidad. Hechos que nos sobrecogen y enrojecen, nos revuelven el estómago y ponen la conciencia de la sociedad a los pies de los caballos por no impedir que la inocencia, sea la diana de la indignidad de sus progenitores.

El objetivo de la violencia vicaria es hundir a la pareja dañando a sus seres más queridos, siendo extrema contra las criaturas, llegando incluso a causarles la muerte y utilizando recursos, de indigna crueldad en muchas ocasiones, para la eliminación de los cadáveres. El fin de esta violencia es causar daño a la pareja o expareja, a toda costa. El asesinato de la prole es la parte más visible, pero también está la manipulación que se ejerce sobre los pequeños para ponerles en contra de uno de los progenitores, llegando estos incluso a ser agresores. Esas hijas e hijos sufren un daño irreparable y son también víctimas de violencia de género. El objetivo es el control y el dominio sobre el otro, en un alarde máximo de posesión en una relación de poder que se sustenta en la desigualdad.

Esta violencia vicaria cuenta con la complicidad, en muchas ocasiones, de una sociedad que cuestiona permanentemente las quejas de las mujeres y que acepta el sentir de los imaginarios “buen padre” y la “mala madre” o viceversa. Generalmente se prefiere escuchar al varón y apoyar al hombre que juega a ser víctima, que a esas mujeres que desesperadas, intentan hacer oír su voz para evitar que el padre haga daño a los herederos de lo que un día fue un mal entendido amor. No tiene nada que ver con el parricidio. La violencia vicaria se ejerce fundamentalmente contra la mujer. El único objetivo es destruirle la vida e implica una intención clara de causar un daño infinito y un dolor extremo a ella, a la que no asesina directamente, pero que la destruye de por vida.

S. Marcos 9,42: “Y cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si le hubieran atado al cuello una piedra de molino de las que mueve un asno y lo hubieran echado al mar”.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios