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La Consejería de Sanidad reconoció por fin ayer el grave problema que tiene con la realización de pruebas PCR en Salamanca. La consejera Verónica Casado viene así a confirmar las denuncias que de forma reiterada viene haciendo este periódico desde hace un mes, cuando informamos de que la falta de reactivos para el robot encargado de analizar los test estaba provocando retrasos en la notificación de los resultados a los salmantinos sospechosos de padecer COVID-19.
Casado admitió ayer que en las cifras de contagiados “vamos a trompicones”, en referencia a lo que LA GACETA viene contando desde hace semanas: que de lunes a miércoles no se hacen apenas pruebas por falta de suministros para el análisis y que las cifras se recuperan a partir del jueves que es cuando llegan los reactivos.
La responsable de Sacyl ha sido incapaz, a lo largo de estas cuatro semanas, de encontrar una solución a un trastorno que está dificultando, cuando no haciendo inútil, la labor de los rastreadores y por tanto el control de la expansión del virus. Todos los epidemiólogos coinciden en la enorme importancia de la realización precoz, rápida y generalizada de test a todos los contactos de cada una de las personas que da positivo. Solo detectando de manera ágil los nuevos enfermos se puede seguir la cadena de posibles contagios para romperla antes de que se llegue a la transmisión comunitaria, a la que Salamanca parece condenada si no se corrigen a tiempo estos fallos.
Porque no es solo el retraso inaceptable en la realización de pruebas PCR lo que está torpedeando el trabajo de los rastreadores, sino que también existe una tardanza incomprensible entre el momento en que el Hospital conoce el resultado del test y el momento en que esa información es comunicada al sospechoso. Tal y como ha informado este diario, ese lapso de tiempo, que no debería ser de más de unas horas, en Salamanca se está prolongando días, de manera habitual, y en algunos casos se alarga hasta una semana.
De esta forma, el rastreo de los enfermos y de sus contactos se realiza tarde y mal, causando un evidente daño en la estrategia de lucha contra el coronavirus y provocando también un perjuicio económico, pues muchos empleados que podrían incorporarse a sus puestos de trabajo de manera inmediata ven alargada su baja, lo cual les perjudica a ellos, a sus empresas y a la Seguridad Social.
Casado admitió también esta dilación intolerable y anunció un sistema de comunicación por mensaje telefónico a los positivos (de los que da negativo no dijo nada) cuya eficacia comprobaremos en los próximos días. También anunció en su día la inminente llegada de un robot para sustituir al que todas las semanas se queda sin suministros, y tres semanas después seguimos esperando.
Hay un tercer escalón que también ha venido funcionando de forma deficiente en la provincia y que no es responsabilidad directa de Sacyl y sí de los ayuntamientos y del Gobierno de la nación: el control de los confinamientos y la observancia de las restricciones impuestas por la Junta. Ahí la coordinación entre las policías locales y las fuerzas del seguridad del Estado no ha funcionado por la omisión, casi delictiva, de la ayuda del Gobierno de Pedro Sánchez que tanto el alcalde García Carbayo como el presidente de la Junta han venido reclamando en las últimas semanas. Hace dos días se anunció que la Policía Nacional comienza a controlar a los confinados ‘díscolos’. Esperemos que no sea demasiado tarde.
No se puede concretar la influencia que estos descuidos y negligencias sanitarias están teniendo sobre la escalada de casos en Salamanca, pero está claro que la falta de PCRs y el retraso en comunicar los resultados han influido de forma negativa sobre la coyuntura sanitaria de una capital y provincia que, por parte de la Junta, no ha recibido los medios necesarios para combatir la epidemia y sí ha sufrido las más duras restricciones en cuanto a aforos y grupos.
Si a esta actuación negligente de Sacyl le unimos la opacidad de la Consejería, que ha mantenido una estrategia de ocultamiento sobre sus problemas en Salamanca, de forma que los salmantinos solo se han podido enterar de lo que estaba ocurriendo en la sanidad provincial a través de las informaciones de LA GACETA, la situación de Verónica Casado se vuelve cada día más insostenible al frente de su departamento. El presidente de la Junta, el salmantino Alfonso Fernández Mañueco, no puede consentir ni un día más la persistencia de tan graves errores y descuidos en su provincia de origen. Un cambio de personas o la exigencia inmediata de resultados en la gestión de la lucha contra la pandemia en Salamanca se antojan imprescindibles en estos momentos en que todavía hay margen para evitar un desastre mayor.
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