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Los españoles empiezan a preocuparse muy seriamente (¡ya era hora!) por el futuro de la Demografía y el detonante de esa preocupación han sido las pensiones y su sostenibilidad. Es evidente que esa sostenibilidad depende de que los cotizantes lo sean en mayor número que los pensionistas o, en otras palabras, dependen del cociente entre el número de pensionistas y el número de cotizantes, proporción que, a su vez, está muy correlacionada con la proporción de “jubilables” (personas de 65 años y más) respecto a la población potencialmente activa (población de 18 a 64 años). A medio y largo plazo, esos índices están en función de la fecundidad previa, que en España no ha dejado de caer durante décadas y hoy es una de las más bajas del mundo (1,3 hijos por mujer en la actualidad). Además, no es previsible un repunte sostenido de la fecundidad en España sin que se produzcan significativos cambios legales y de impulsos sociales que hagan viables esos cambios. En España apenas existen políticas que ayuden a que las mujeres tengan los hijos que desean, que, según las encuestas, son más de dos. De todos modos, la eficacia de esas políticas natalistas que son potentes, por ejemplo en los países nórdicos o en Francia, está poniéndose hoy en cuestión. Veámoslo.

Las medidas de apoyo a la natalidad y las familias tomadas en otros países occidentales en el pasado -principalmente, ayudas económicas y permisos parentales- tuvieron un éxito inicial apreciable, pero sin que en esos países se llegara a alcanzar el nivel de reemplazo (2,1 hijos por mujer). Pues bien, estas políticas parecen estar perdiendo eficacia durante los últimos años.

Así, en los cuatro países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia) que siguen contando con unas potentes políticas pro natalistas, la fecundidad ha pasado en tan solo 10 años de 1,92 hijos por mujer en 2010 a 1,61 en 2018. Una caída superior al 16%, lo cual obliga a repensar esas políticas. Además, ese aviso lo es para toda Europa, cuyo peso demográfico dentro del mundo no ha hecho sino disminuir a una velocidad de vértigo.

España se juega mucho en la recuperación o no de sus índices de fecundidad, y vale la pena realizar un serio esfuerzo de reflexión e investigación sobre lo que se podría hacer, y poner en marcha cuanto antes una estrategia nacional a favor de la natalidad. Es preciso involucrar en ello a toda la sociedad, pues no es cosa que dependa únicamente de “políticos y leyes”.

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