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No teman: lo que estamos viviendo sólo es un mal sueño, una pesadilla, no está pasando... Llegará un momento en el que despertaremos y, tras unos segundos despavoridos y confusos, nos daremos cuenta que lo que estábamos viviendo solo fue un mal sueño, una pesadilla. Y todo volverá a la normalidad, a la verdadera normalidad. Los políticos no serán los sinvergüenzas, los terroristas, los ignorantes, los palmeros, los cobardes, los comunistas que vemos y escuchamos todos los días, que nos joden la vida todos los días. Serán los verdaderos y comprometidos representantes del pueblo, gente formada, honesta, generosa, comprometida eficaz, responsable, cerebral, dedicada en cuerpo y alma a quienes sirven: a nosotros, la sociedad que les eligió. Será gente que incluso sepa hablar, que sepa vestir, que no sepa ofender y destruir como única arma de gobierno. Será gente luminosa: destinada a hacer el bien, a crear, a progresar. A educar. Se acabó el nazismo de los orcos, ¡arriba la educación!

No teman: vivimos en un mal sueño del que despertaremos. Nada fue real. Las luces de Navidad no se encendieron dos meses antes con la calles vacías, con las calles en silencio, con los cafés cerrados y las tiendas agonizando. La Navidad es vida, alegría y paz de espíritu, pero en esta pesadilla nadie se ha dado cuenta: encienden las luces, tristes luces para variar, al tiempo que nos encierran en casa para que toda España acuda a la lectura del testamento de Paquirri... Esto no es una pesadilla, es una broma macabra.

Quieren alegrar las calles al paso del difunto. Se traspasa. Se vende. Se alquila. Sólo la cerveza sube como la espuma en los pasillos de los supermercados. Pasillos kilométricos de cerveza. Cerveza y televisión para olvidar, para que los políticos de este mal sueño continúen haciendo de las suyas, perversión tras perversión. Somos los eunucos de sus orgías de soberbia, maldad e ignorancia. Somos nada, fusilados en el paredón de sus resentimientos. Así lo vivo en este mal sueño. Víctimas por doquier, No teman: llegará la hora de despertar y los veremos huir en una nebulosa. Esto no puede durar demasiado, pues ya no hay mucho que destruir, asustados y arruinados como estamos; su maquinaria del odio pronto no tendrá víctimas a las que disparar, y sí una legión de gente dispuesta a dar la batalla de la cordura, el despertar a la cordura con música de Sade (“Paradise”). La solución seremos nosotros mientras despertamos en uno de esos amaneceres limpios, lo justo para retomar nuestras vidas donde estos sanguinarios nos las robaron.

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