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Razones y sinrazones del Brexit

Domingo, 23 de febrero 2020, 04:00

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De que Boris Johnson y Nigel Farage son un par de mentirosos y demagogos no hay ninguna duda, y que esas mentiras sirvieron para que el referéndum convocado por el premier más necio de la Historia llamado Cameron saliera mal tampoco tiene vuelta de hoja, pero también hay verdades detrás de las reticencias británicas a la política de la UE. Conviene admitirlo y recordarlo.

Para empezar, la actitud desdeñosa de los británicos hacia el “continente” es de larga data, aunque durante las dos guerras mundiales los británicos dieron muchas vidas para salvar a Europa de las plagas totalitarias. En 1918, un tercio de las familias británicas había perdido uno de los suyos en el frente francés o en los Dardanelos. Dos décadas después, la resistencia en solitario de la ingleses a la agresión alemanda entre el 22 de junio de 1940 y el mismo día de 1941 salvó probablemente a los europeos de ser súbditos de un Tercer Reich desde Gibraltar hasta los Urales.

Uno de los argumentos más repetidos por los partidarios del Brexit es que la sociedad británica no es la que era porque la nación, jamás asaltada por mar desde 1066, está siendo invadida pacíficamente gracias a las directivas permisivas de Bruselas. La queja popular es contra la inmigración descontrolada. ¿Quién podía imaginar hace 40 años que el nombre más frecuente hoy en día en Inglaterra y Gales iba a ser Mohamed? Pero esto se debe –y los del Brexit lo olvidan– a la entrada masiva de musulmanes, sean indios, pakistaníes o de otros países de la Commonwealth, inmigración procedente del “Imperio” en la cual la UE no tiene nada que ver.

La política agraria de la UE tampoco ha sido favorable a los intereses británicos, pues aparte de tener que financiar la PAC tuvo que renunciar a la importación de alimentos baratos desde Australia, Nueva Zelanda o Canadá. Por otro lado, la no integración en el euro le permitió salir antes y mejor de la crisis financiera de 2008, y eso también lo saben los partidarios del Brexit.

Por otro lado, la normativa europea es vista por muchos británicos como un corsé impuesto a su propio Parlamento, aquel que según Jean-Louis Delolme “lo puede todo menos transformar un hombre en mujer”. Ahora los tribunales británicos revisan las leyes internas cuando entran en conflicto con el derecho comunitario y esto rompe una práctica constitucional de siglos.

El Brexit es, en parte, una manifestación de esa toma de conciencia de algunos ingleses respecto al deslizamiento institucional en su país.

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