Patrioterismo electoral
La cronificación de la campaña electoral que padecemos desde hace muchos meses hace que me preocupe por el grosero uso partidista que de la bandera ... nacional y otros símbolos patrios vienen haciendo algunas opciones políticas. La oleada de constitucionalismo frente al procés parece haber arrinconado al águila de San Juan, tan cargada de historia como de connotaciones autoritarias. Con todo, en nuestra España se sigue utilizando la enseña nacional o el himno como ariete frente al adversario, y eso es muy poco patriota.
En tiempos inmediatamente preconstitucionales —tal vez, el único momento de nuestra cercana historia en el que la mayoría de los políticos supieron trabajar juntos en beneficio de los españoles—, el Real Decreto 2749/1978 prohibió tajantemente a los partidos y sindicatos el uso de la bandera como símbolo distintivo de los mismos, así como la profusión de banderas nacionales en toda clase de actos públicos, con el fin expreso de evitar que la bandera de España fuera utilizada con fines partidistas y quedase asegurada la máxima dignidad de su carácter. La Ley 39/1981, que sustituyó a la anterior norma y rige en la actualidad, sólo prohíbe “... la utilización en la bandera de España de cualesquiera símbolos o siglas de partidos políticos, sindicatos, asociaciones o entidades privadas”. Cambio importante, pues: lo que ahora se sanciona no es poner la roja y gualda sobre el logo de un partido, sino poner sobre la roja y gualda el logo de un partido. A mi juicio, fue un error que convirtió en legal lo que hoy, precisamente, quiero denunciar.
Usar la bandera en la mercadotecnia partidista, apropiarse de ella en un cartel electoral o reproducir el himno en un mitin implica excluir de la idea de “patria común e indivisible de todos los españoles” —así define la Constitución a la Nación española— a quienes no votan a esa opción política. Equivale a decir que sólo quien elige a ese partido es español. Arrogarse así la condición de patriota implica afirmar que los demás no lo son o, siendo optimistas, lo son menos.
Señores políticos, tengamos la fiesta en paz. No es hora de patrioterismos, sino de resolver los problemas de los españoles. Dígannos qué propuestas plantean para mejorar España, pero no nos digan que son España.
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