Otro violador a la calle
Tenía que salir de prisión en 2035 pero cualquier día de estos estará ya por paseando por las calles de Salamanca, o de cualquier otro ... lugar de España, disfrutando de un permiso penitenciario. El autor de la violación de una joven francesa, a la que, junto a otro agresor desconocido, amenazó con una navaja y forzó en un descampado a orillas del Tormes, es el quinto indeseable que saldrá antes de lo previsto de la cárcel de Topas gracias a la retrógrada ley del ‘solo sí es sí’. En su caso, estará totalmente libre siete años antes, en 2028, aunque es muy probable que ya el año que viene disfrute no solo de permisos, sino de libertad condicional.
Una perspectiva terrible, si tenemos en cuenta el alto grado de reincidencia de este tipo de delincuentes sexuales.
Este es uno de los más de setecientos casos conocidos y permitidos por la vergonzosa ley cuyo remiendo fue aprobado ayer el Congreso de los Diputados. Y digo conocidos y permitidos porque el Gobierno de Pedro Sánchez recibió todo tipo de avisos sobre las consecuencias de una normativa que inexorablemente iba a beneficiar a los violadores y agresores sexuales condenados en los últimos años.
Los ministros socialistas, igual que los de Podemos, sabían a ciencia cierta que estos presos de la peor calaña verían reducidas sus penas o directamente saldrían a la calle cuando los jueces aplicaran la ‘Ley Montero’. Lo sabían y prefirieron mantener el texto que la compañera de Pablo Iglesias consideraba como la joya de su mandato y que a la postre ha sido un monumento a la ignominia, un cruel atentado contra las víctimas y un golpe salvaje a los derechos de las mujeres en España. Lo sabían pero Sánchez prefirió asumir esas consecuencias antes que enfrentarse a la pareja Montero-Iglesias y poner en peligro lo único que realmente le importa: el sillón en La Moncloa.
De los podemitas cabe esperar cualquier barbaridad y ningún arrepentimiento, pero en el caso del PSOE, o del Partido Sanchista, la responsabilidad de lo que hagan los cientos de violadores agraciados por su inexplicable permisividad les perseguirá en lo que queda de legislatura, que por el bien de todos los españoles y españolas, debería ser muy poco. Cuanto menos, mejor.
Conociendo el origen conjunto y mancomunado de la Ley ‘sueltavioladores’, resulta bochornoso e incluso patético ver cómo socialistas y comunistas se tiraban ayer los trastos a la cabeza en el pleno del Congreso. Cruzaban insultos como si de verdad estuvieran reñidos, como si la aprobación de la reforma del bodrio de Montero fuera a romper los puentes de la coalición. En realidad, el único objetivo del debate era un intento de echarle las culpas a los compañeros del lado contrario del Consejo de Ministros. Si las excarcelaciones del ‘sí es sí’ no estuvieran minando las perspectivas electorales del sanchismo, el PSOE no habría buscado aliados en todo el hemiciclo para sacar adelante la reforma. El PP de Alberto Núñez Feijóo les echó una mano, en un alarde de sentido de Estado, y con la íntima convicción de que, si hubiera sido al contrario y los populares hubieran necesitado del apoyo socialista para deshacer semejante entuerto, los del puño y la rosa les hubieran dejado cocerse en su propio caldo.
PSOE y UP hacen como que se pelean pero no engañan a nadie. No van a romper nada, porque los hunos (perdón, unos) no tienen dónde caerse muertos y los otros han hecho de la resiliencia (perdón, residencia) su gran objetivo de gobierno. Así tengan que tragar con otros tantos cientos o miles de violadores en la calle.
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