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Estamos acostumbrados en Salamanca a progresar no ya sin la ayuda del Gobierno, sino con la oposición del Gobierno. Así tiene más mérito.

A cualquiera que desconozca los principios que guían la acción del Ejecutivo sanchista podría sorprenderle que esta capital y provincia no hayan recibido ni un solo euro del Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de la Lengua, pero quienes llevamos cuatro años padeciendo su desprecio y su ninguneo lo entendemos como un paso más en el intento de hundir esta tierra en la miseria. Aquí estamos concernidos por seis de los siete apartados que contempla el proyecto: inteligencia artificial, ciencia del español, aprendizaje del español en el mundo, turismo de la lengua, industrias culturales y español en el mundo. El que no pintamos nada es en el de las lenguas cooficiales, que seguramente es el único que le interesa a Sánchez, por aquello de mantener contentos a sus socios golpistas catalanes y a los proetarras del País Vasco.

Lo que sí sabemos es que el Gobierno ha aprobado cuatro millones de euros para crear el Observatorio Global del Español en La Rioja, que como todo el mundo sabe, tiene una universidad de enorme prestigio en cuestiones de la lengua con una de las mejores facultades de filología de Europa y parte del extranjero. El hecho de que el Gobierno riojano sea socialista y su presidenta buena amiga de Pedro S. no tiene nada que ver. No seamos malpensados.

Como estamos acostumbrados, no nos extrañó nada en absoluto que el secretario de Estado para Iberoamérica, el Caribe y el Español en el Mundo, Juan Fernández Trigo, cuyo cargo es casi tan amplio como el rostro que gasta, se presentase este viernes pasado en Salamanca a la inauguración del Centro Internacional del Español con las manos vacías. Somos tan buena gente en Salamanca que no solo no lo tiramos al pilón, como se hacía antiguamente con los forasteros malencarados en las fiestas de los pueblos, sino que le acogimos con abrazos y parabienes, como si nos hubiera hecho algún favor. El representante del Gobierno central venía con las alforjas vacías y se limitó a ofrecer su “estrecha colaboración” con la Universidad y con el Centro Internacional del Español. Vagas palabras y buenas intenciones que no sirven ni para pagar las fotocopias de los muchos proyectos necesarios para llenar de contenido tan amplio y funcional edificio.

Menos mal que, entre abrazo y saluda, los representantes del Ayuntamiento y la Universidad tuvieron la valentía de poner colorado (lo intentaron al menos) al secretario de Estado de Iberoamérica, Caribe y demás. El alcalde Carlos García Carbayo se mostró contundente al reclamar al Gobierno “que vengan los fondos europeos a Salamanca, ¡y que vengan ya!”, mientras el rector Ricardo Rivero pidió una “palanca”, al estilo del Fútbol Club Barcelona, “que traiga recursos públicos en el marco del Plan de Recuperación”. Por su parte, el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, estuvo más diplomático, por no decir falto de valor, y se limitó a recordar que el Gobierno regional es quien ha aportado los diez millones de euros que ha costado acondicionar el antiguo edificio del Banco de España y el que aportará 1,5 millones para relanzar la investigación y los trabajos en el nuevo Centro del Español.

De todas formas, da lo mismo predicar con el ejemplo como hace la Junta, que sacar las pancartas de la reivindicación como hacen el Ayuntamiento y la Universidad: al Ejecutivo socialcomunista no le interesa esta tierra y de los fondos europeos aquí llegarán las migajas, si es que finalmente llega algo.

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