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Llevo tres décadas clamando profesionalmente por el ascenso de la mujer al poder, en primer lugar porque creo ciegamente que gobernados por ellas estaríamos mejor, aunque, eso sí, sin cuotas ni floreros, el mérito es la mejor selección y la única que funciona allí donde se practica con más independencia y sin etiquetas igualitarias.

Hoy ya no sólo le cortan la cabeza al hombre que destaca, sino que lo hacen con especial saña a la mujer que osa y que puede hacerlo. Piensen en el número de mujeres que despuntan en la política española: ninguna; y si lo hacen con fuerza y personalidad son neutralizadas, como le ocurrió recientemente a Cayetana Álvarez de Toledo. En la izquierda, si observan, ni siquiera llegan a la cima: florero tras florero, choni tras choni, y mucho premio a la fidelidad. Eso sí, fuegos artifíciales y palabrería hueca, toda; y cito con asco y hartazgo “empoderar” como santo y seña del idiotismo que nos rodea.

Ahora tenemos en la lucha a Isabel Díaz Ayuso, una mujer que está demostrando bravura, firmeza, y unas ideas decididas, algo desconocido e impropio en este mundo de estómagos agradecidos y de palmeros profesionales. A la madrileña no le está temblando el pulso para hacer frente a los muchos problemas y a los malvados enemigos que la acosan desde que comenzó la crisis del coronavirus y fue “elegida” como blanco de todas las iras (y complejos) tanto de la izquierda como de su propio partido. Pero la triste e impúdica realidad es que la política española no soporta que una mujer diga cómo hay que hacer las cosas. Y si es eficaz, es el acabose para esta banda de chulos de bolera que dirige España con mano de “puro macho”.

El martes, Díaz Ayuso inauguró un hospital de emergencias construido en tiempo récord por la Comunidad de Madrid, y único en Europa. Y allí estaba ella, sola (Pablo Casado estuvo pero con cara de circunstancias, pues no era el guapo oficial). En lugar de sentir orgullo y unidad, fue otro día de celos... pues las Ayuso representan una seria amenaza para la causa palmera, cuando son justo lo que necesitamos.

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