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Durante la campaña electoral que hoy domingo se dirime, los portavoces del PSOE de Sánchez, incluyéndole a él mismo, han sido incapaces de contestar a la siguiente pregunta: “¿Cuántas naciones cree Sánchez que hay en España?”. Y es que en el programa electoral propuesto por Sánchez se dice que “España es una nación de naciones”.

Pero ¿de dónde sale esta declaración? Afirmación difícil de entender viniendo del líder de un partido que estuvo en la primera fila en la redacción de nuestra Constitución, que en su artículo 2 dice lo siguiente:

“La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles [...]”.

Este proceso “reinterpretativo” de la Constitución por parte del PSOE comenzó en julio de 2013, cuando se pactó la “declaración” de Granada, que bajo el mandato de tres clásicos, Alfredo Pérez Rubalcaba, Ramón Jáuregui y Javier Fernández, acordó darle una interpretación “federalista” a la Constitución, aunque nunca se concretó en qué consistía ese federalismo. Porque, en verdad, es una labor imposible distinguir el sistema autonómico español del de un estado federal como Alemania.

Cuatro años más tarde (julio de 2017), en un tête à tête Sánchez e Iceta llegaron al “acuerdo” de Barcelona, que luego, el Sánchez “resucitado” tras las primarias que ganó a Susana Díaz impondría sin debate alguno al resto del socialismo.

En efecto, ni en el Comité Federal ni en el posterior congreso “arrollador” nadie levantó la voz para oponerse a un giro de 180 grados que negaba la historia del PSOE en aras de una “amistad” política con un “bailarín” como Iceta.

Y es que las primarias que “resucitaron” a Sánchez no hicieron a éste Secretario General sino dueño y señor del socialismo español.

¿Y en qué consiste eso de la “España plurinacional”? El documento de Barcelona sí lo aclara y yo lo resumo aquí:

1. Aprobar cuantas leyes sean precisas hasta recuperar la parte del Estatuto de Zapatero y Maragall que fue enmendado por el Tribunal Constitucional.

2. Crear en Cataluña un poder judicial propio.

3. El gasto estatal en infraestructuras catalanas estará en función de la proporción del PIB catalán en el PIB español.

4. Reconocer en una nueva Constitución las aspiraciones “nacionales” de Cataluña.

En resumen: una bajada de pantalones del PSOE ante el inoperante catalanismo de Iceta y un paso más en apoyo del disparate independentista.

En fin, amable lector, quizá usted lo pueda arreglar este domingo.

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