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Morir con las gafas puestas

Miércoles, 25 de marzo 2020, 04:00

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A los sanitarios se les plantea un dilema moral: una sola cama debidamente equipada y dos pacientes, uno joven sin patologías previas, y otro anciano con enfisema pulmonar. Nadie querría verse en tan cruel disyuntiva. Pues los médicos van a tener que tomar frecuentemente “La decisión de Sophie”. Madre polaca, judía, que en un tren del holocausto, tiene que entregar al sádico oficial alemán uno de sus dos hijos para salvar al otro. Meryl Streep (Oscar de interpretación), opta por desprenderse de la niña, más débil. Análoga decisión ya está aquí, atender al contagiado con porvenir, postergando al que perecerá por falta de futuro y de respirador. No hay tanta sanidad pública, ni tanto Amancio Ortega, como para afrontar debidamente pertrechados esta pandemia.

La película “El Cardenal” narra el ascenso del clérigo de Boston Francis Spelman, hasta llegar a príncipe de la Iglesia, enfrentándole – entre otras situaciones críticas -, a la decisión de bendecir o no el aborto de su propia hermana, único medio de salvar su vida (problema que se le ha planteado históricamente a muchos ginecólogos). Conocemos el criterio de la Iglesia. El asesor del film fue precisamente el cardenal Ratzinger – luego Papa -, y pueden suponer el desenlace.

Merece la pena volver al “Idearium español”, de Ganivet. Recuerda un relato que leyó de niño -que él mismo llama “horripilante”-, sucedido en un país cercano al Polo Norte: trineo con un padre y cinco hijos a los que ataca una manada de lobos, que se abalanza sobre los caballos de tiro. Determinación del padre: arrojar a los lobos al hijo pequeño y mientras estos se disputan la humana presa, salvar a los cuatro restantes.

Quienes forman el grupo más vulnerable al contagio, deben aceptar esta durísima realidad, que a la única plaza de UCI disponible lleguen un joven atleta y un anciano (este oxigenado por sus gafas nasales). De ellos podrá decirse un día que recuerdan el título de una película legendaria: “Murieron con las botas puestas”. El General Custer (Errol Flynn) acaba pereciendo con todo su Regimiento, frente a “Caballo loco”, en la decisiva batalla de Little Bighorn. Hay quienes morirán luchando, junto a su mochila de oxígeno, con las gafas puestas. Si es posible, sedados.

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