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Mis antaños

Sábado, 9 de marzo 2019, 04:00

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De la cosecha del cuarenta, el año del hambre, vamos quedando muy pocos ejemplares. Esta semana ha habido dos nuevas bajas políticas. Pérez Llorca, quinto ... mío, que a los 36 añitos ya era ponente de la Constitución y tenía aquellos modales elegantes, una inteligencia formidable, una astucia temible y la cabeza nevada (de ahí “el zorro plateado”). Pastoreó el grupo parlamentario de UCD, y mantuve una relación muy grata para un diputado de provincias, aunque le eché una pesadumbre el día que dimití sin previo aviso de la presidencia de la Comisión de RTVE. No volví a estar con él hasta diciembre pasado, en la celebración de los 40 años de la Carta Magna. No le hubiera saludado, respetando el protagonismo de las figuras del día, los tres ponentes constitucionales supérstites (él y los Migueles, Roca y Herrero de Miñón), junto a los cuatro Reyes (de la baraja no, los titulares y los eméritos). Pero coincidimos a la entrada de las Cortes, en el embudo obligatorio por razones de seguridad. No te acordarás de mi, le dije. José Pedro me contestó raudo : “Al buey por el asta y al hombre por la palabra” (refrán que pronuncié al dimitir de aquella presidencia, muy aireado entonces por los medios, pero hace 38 años).

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