Mil héroes menos
Un autónomo es un emprendedor porque hoy en día una tienda o un negocio hostelero requieren de imaginación y recursos para ofrecer algo diferente que ... les permita sobrevivir en la selva de la competencia. Pero un autónomo es también un héroe porque ha salido vivo de guerras y pandemias. Un autónomo en España es a la vez una víctima, porque lleva sufriendo los ataques de las voraces administraciones desde antes de abrir la puerta de su local.
Junto a los héroes que han triunfado en mil batallas están los derrotados. En los tres últimos años, con la covid cerrando locales y las bombas de Putin disparando los precios de la energía, han desaparecido un millar de autónomos en Salamanca. Uno de cada veintiséis negocios de la provincia ha bajado la trapa, acuciado por el descenso de las ventas y la subida de los gastos. Dicen que no hay relevo para los viejos comerciantes y los ancianos hosteleros porque las nuevas generaciones no le ven la gracia a trabajar doce horas diarias y arriesgar un capital a cambio de un mísero salario, con la perspectiva de una jubilación ruinosa.
La competencia de las grandes superficies y las ventas en Internet han arrojado otra palada de tierra sobre su tumba al quitarles buena parte de la clientela, aunque en otras partes de la provincia no ha hecho falta, porque los parroquianos se han muerto o se han marchado del pueblo en una desbandada que se ha acelerado durante los tres últimos años.
Contra esta debacle no valen tarifas planas ni años de carencia en el pago de cuotas. Las ayudas que plantea la Junta de Alfonso Fernández Mañueco suponen un alivio (la tarifa plana regional llegó el año pasado solo a uno de cada veinte autónomos) y los retoques del nuevo régimen de cotización benefician un poquito a los más ‘pobres’ pero perjudican a aquellos a los que les va medianamente bien. A los unos esa rebajita no les convencerá de seguir en el negocio, si las cosas continúan evolucionando de mal en peor, y a los otros les puede decidir a abandonar, porque en cuanto declaras un poco más de beneficio, la Seguridad Social te clava el puñal.
Como bien decía en la edición de ayer de LA GACETA el presidente de los autónomos de Castilla y León, la pérdida brutal de comerciantes desde 2020 “es de las que duelen”. Sí, de las que duelen y de las que no tienen pinta de mejorar, sino al contrario. Después de las Ferias, con el fin del verano y la llegada de los recibos de devolución de los préstamos ICO, veremos nuevas bajas en esa tropa admirable de los autónomos.
Según las encuestas, de los setecientos mil negocios con problemas de liquidez que había hace un año en España, ahora quedan cuatrocientos mil, pero no porque su situación haya mejorado, sino porque trescientos mil han desaparecido. También dicen los sondeos de los gestores administrativos que el 96% de los autónomos no está de acuerdo con el sistema de cotizaciones impuesto por el Gobierno y que cuatro de cada cinco no confían en que los fondos europeos vayan a ayudarles a salir de la crisis. De hecho, por aquí por Salamanca seguimos sin tener noticia de ningún pequeño, mediano o gran empresario, y menos aún de ningún autónomo, a cuyas cuentas haya llegado ni un euro de esos setenta mil millones que dice el Gobierno que está repartiendo, Sánchez sabrá dónde.
Lo que necesitan ahora mismo los 26.000 autónomos que levantan cada día la trapa de su negocio en Salamanca es que esto se anime, que vuelva la actividad, el empleo, la inversión, los turistas y los clientes. Y a medio plazo lo que necesitan hosteleros y comerciantes es que la capital y provincia encuentre la manera de relanzar la economía en sectores emergentes como la biotecnología, la economía digital, la logística, la investigación y la ciencia.
En eso está el Ayuntamiento, aunque los frutos los veremos, si se ven, dentro de unos cuantos años. De momento tenemos que conformarnos con esa Casa de la Ciencia que el CSIC ha tenido a bien ubicar en ‘ca’ de María la Brava. Menos da una piedra.
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